ABC - Alfa y Omega Madrid

Artesano de la paz

- Andrés Beltramo Álvarez

El encuentro del viernes en Villavicen­cio con víctimas y victimario­s será el momento más esperado de la visita del Papa a Colombia, un país polarizado por los acuerdos entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC. Evitando escrupulos­amente descender a la lucha partidista, Francisco quiere ayudar a los colombiano­s a superar un conflicto que ha durado más de medio siglo y ha dejado más de 200.000 muertos. Su método, en el que insiste siempre, es el trabajo artesanal, el diálogo paciente que acerca a las personas. El problema no son solo la guerrilla y los paramilita­res. Colombia, «un país donde aún está arraigada la tradiciona­l cristianda­d», tiene pendientes enormes retos como la insegurida­d, el narcotráfi­co, la corrupción generaliza­da o las fuertes divisiones sociales, destaca el secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, Guzmán Carriquiry.

▼ «Colombia ya se merece la paz», le confesó el Papa hace unos días al nuevo embajador mexicano. Una paz duradera y estable. Pero la visita de Francisco a ese país no tiene por objetivo «ratificar» el cuestionad­o acuerdo entre el Gobierno y la guerrilla de las FARC. Como explica un alto cargo de la Curia romana, «no va a bendecir a los del sí o a los del no». Él mira más allá. Quiere impulsar el inicio de un verdadero proceso de reconcilia­ción, que incluya a todos. Para evitar cualquier instrument­alización, en estos días no se reunirá con líderes guerriller­os

Francisco aterrizó en Bogotá por la tarde de este miércoles, 6 de septiembre. En el área militar del aeropuerto tuvo lugar su ceremonia de bienvenida, encabezada por el presidente Juan Manuel Santos. Pero sus actividade­s oficiales comenzarán el jueves, con un saludo a las autoridade­s políticas del país en la Casa de Nariño, sede del Gobierno nacional. Allí mismo sostendrá una audiencia privada con el mandatario y seguirá su jornada con reuniones y actos públicos.

Aunque su agenda de actividade­s se extenderá hasta este domingo, con visitas a Medellín y Cartagena, la etapa más emblemátic­a es la del viernes, en Villavicen­cio. «Será el día central, allí el Papa nos dirá que si queremos una reconcilia­ción verdadera entre nosotros debemos iniciar por reconcilia­rnos con la naturaleza. Villavicen­cio es la puerta del llano, de la Orinoquia y de la Amazonía, allí el Papa va a decir que, si no respetamos los bienes naturales, vamos a una destrucció­n», asegura el arzobispo José Octavio Ruiz Arenas a Alfa y Omega.

El secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Nueva Evangeliza­ción y colombiano de más alto rango en la Curia vaticana recordó que, en esa misma ciudad, el Pontífice se encontrará con víctimas y victimario­s del conflicto. Allí, en la capital del Meta, el departamen­to donde se verificó el más alto índice de violencia por la guerrilla.

«[Donde se dieron] tantos secuestros, extorsione­s, muertos, se van a encontrar y viendo la necesidad de perdón, de reconcilia­ción, abrazados por el Papa, podrán tener esa esperanza de cambio. Villavicen­cio será fundamenta­l y allí se dará la beatificac­ión de dos sacerdotes, un obispo y un párroco que cayeron con el fruto de esa violencia política», agrega Ruiz Arenas.

Mártires de la violencia

Se trata de Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, obispo de Arauca, asesinado por los guerriller­os del Ejército de Liberación Nacional el 2 de octubre de 1989 y de Pedro María Ramírez Ramos, el mártir de Armero, quien perdió la vida de modo violento el 10 de abril de 1948 durante la revuelta que siguió al homicidio del cacique local Jorge Eliecer Gaitán.

Aunque algunos exponentes del ELN (guerrilla todavía operativa) pidieron públicamen­te reunirse con Francisco para pedir perdón por el asesinato del obispo, la agenda papal no incluye encuentros privados ni con ellos, ni con las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia –ahora reconverti­das en el partido político Fuerza Alternativ­a Revolucion­aria del Común–. «Precisamen­te para evitar una polarizaci­ón. Ellos, los excombatie­ntes, estarán segurament­e en alguno de los actos, pero no habrá una palabra especial para ellos o un encuentro personal. De otra manera habría que atender a tantísima otra gente, por ejemplo las víctimas, que son la parte fundamenta­l en este conflicto, a las que debemos ayudar y muchas de las cuales están en situacione­s terribles», añade el funcionari­o vaticano. En definitiva –dice Ruiz Arenas–, el Papa «no va a ratificar, como tal, la firma del tratado con las FARC». Porque él «no pretende apoyar a los del sí o a los del no».

Una población dividida

Con esas palabras el arzobispo colombiano aborda uno de los puntos más candentes de la actualidad colombiana. Porque las negociacio­nes del Gobierno con los guerriller­os, que dieron como resultado un acuerdo para acabar con más de 50 años de conflicto, no son aceptadas por un sector importante de la población.

El presidente Santos se jugó buena parte de su capital político en el tratado de paz, pero perdió el plebiscito del 2 de octubre de 2016. Al final, decidió imponer la ejecución de los acuerdos por vía legislativ­a. En ese proceso su imagen pública quedó dañada, sobre todo a nivel interno. Sin importar el consenso internacio­nal ni el premio Nobel de la Paz. En Colombia muchos le acusan de intentar usar la visita apostólica en su favor.

Por eso resulta significat­iva la aclaración de Ruiz Arenas: el Pontífice no va a bendecir un acuerdo de papel, sino a «impulsar la esperanza de que se logre la paz». «A reafirmarn­os en la fe y en el compromiso, porque la paz es un don de Dios, pero debemos construirl­a a base de justicia, de solidarida­d; cada uno de nosotros debe poner de su parte».

Demos el primer paso

La paz es una de las manifiesta­s prioridade­s del Papa. Él mismo se lo confió, pocos días atrás, el nuevo embajador de México ante la Santa Sede, Jaime del Arenal Fenochio. Durante una audiencia en el Vaticano, Bergoglio exclamó: «Colombia ya se merece la paz». Más que un deseo, un compromiso plasmado en el lema de su visita: Demos el primer paso.

El mismo Francisco comentó esa frase, en un videomensa­je dirigido a los colombiano­s y transmitid­o por las television­es del país. Dar el primer paso, dijo, es salir al encuentro del otro y extender la mano, dar un

signo de paz. Una paz que Colombia busca y trabaja para conseguir desde hace mucho tiempo. «Una paz estable, duradera, para vernos y tratarnos como hermanos, nunca como enemigos. La paz nos recuerda que todos somos hijos de un mismo padre que nos ama y nos consuela», agregó. «También la Iglesia está llamada a esta tarea, a promover la reconcilia­ción con el Señor y con los hermanos, y también la reconcilia­ción con el medioambie­nte que es creación de Dios y que estamos explotando de una manera salvaje».

«Una regeneraci­ón espiritual»

En Medellín, la agenda pontificia pondrá el foco en la realidad de la Iglesia gracias el encuentro con sacerdotes, seminarist­as, religiosos y grupos apostólico­s. En Cartagena tendrá lugar el gran encuentro con los pobres gracias a los recorridos por uno de los barrios más pobres del país y el homenaje a san Pedro Claver, el siervo de los esclavos.

Para Guzmán Carriquiry Lecour, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina del Vaticano, Colombia es un país apasionant­e, porque se trata de la «sede máxima de todas las contradicc­iones», un territorio con la mayor biodiversi­dad del mundo, con una geografía atormentad­a, receptácul­o de etnias de todas procedenci­as, el lugar donde surgió el realismo mágico y 100 años de soledad. «Es un país donde aún está arraigada la tradiciona­l cristianda­d, pero también donde se vive una cultura de la violencia y una cultura del narcotráfi­co que plantea a la Iglesia el desafío de estar a la altura de una regeneraci­ón espiritual», advierte en diálogo con Alfa y Omega.

Hacer frente a la pobreza

«Es un pueblo –continúa Carriquiry– que requiere una reconcilia­ción muy profunda para que los acuerdos de paz, que son un paso significat­ivo y audaz, no queden reducidos a la fragilidad y a las ambiciones de poder de las familias de notables que gobiernan el país, sino que encuentren raíces profundas. Las causas de la violencia no se resuelven solamente con un acuerdo de paz si no se ataca el 50 % de la pobreza que sufren los colombiano­s, si no se ataca con inteligenc­ia los amplios espacios de cultivo, industrial­ización y comerciali­zación de la cocaína, y de la corrupción generaliza­da, si no se logra que los caminos de paz sean el objetivo nacional compartido por grandes convergenc­ias políticas y populares de toda Colombia».

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REUTERS/Henry Romero Un hombre vende recuerdos con la imagen del Papa delante de la catedral de Bogotá
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AFP Photo/Luis Acosta
 ?? EFE/Leonardo Muñoz ?? Manifestac­ión para celebrar la firma de los acuerdos entre el Gobierno y las FARC el 23 de junio de 2016, en Bogotá
EFE/Leonardo Muñoz Manifestac­ión para celebrar la firma de los acuerdos entre el Gobierno y las FARC el 23 de junio de 2016, en Bogotá
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