Un cambio de mentalidad
Hace ahora diez años, el documental La historia de las
cosas denunciaba de manera didáctica la insostenible cadena de producción y desperdicio de todo aquello que nos rodea: las cosas. En los últimos años, ha crecido la conciencia de que un modelo de producción y consumo acelerados acaba por dejar secuelas tanto en el planeta como en las comunidades humanas más desfavorecidas. En España, la misma creatividad que ha dado origen a numerosas soluciones que hacen frente al desperdicio de comida se ha puesto en marcha para frenar la eliminación irresponsable de residuos.
A medida que crecen los contenedores para separar la basura y los puntos limpios para el reciclaje y la eliminación segura de materiales, han surgido también páginas web como nolotiro.org, donde los usuarios pueden ofrecer de manera gratuita aquellos objetos que ya no utilizan; u otras como quierocambiarlo.
com y truequeweb.com, que promueven el intercambio de artículos; o iniciativas como como
Traperos de Emaús, que además de restaurar muebles de segunda mano ofrecen oportunidades laborales a personas con riesgo de exclusión social: o decenas de empresas que unen los fines solidarios con la posibilidad de reciclar lámparas, papel, juguetes, aceite, latas, madera, aparatos eléctricos, libros...
Todos estos esfuerzos implican un cambio de mentalidad, una
conversión ecológica que pide a todos el Papa Francisco, y que «ha de concretarse en «un cambio efectivo de mentalidad y de estilo de vida, en las opciones de consumo y en las inversiones», como señalan los obispos de la Comisión Episcopal de Pastoral Social en su último mensaje para la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación. En él, los obispos solicitan «un uso moderado de bienes materiales, el control de los gastos superfluos y la atención de los más frágiles». Todo ello para asumir que «el cuidado de la casa común exige un cambio profundo de aquellos criterios, tan arraigados en la cultura actual, que favorecen el consumismo, olvidando la dimensión espiritual de la persona y las necesidades de nuestros semejantes».
Tal como explica el Papa en
Laudato si, «no hay que pensar que estos esfuerzos no van a cambiar el mundo. Esas acciones producen un bien en la sociedad que siempre produce fruto».