9.000 niños valencianos conocen a Jesús en los Juniors
Leo, como ya lleva dos años en Juniors, se ha dado cuenta de que los juegos van cambiando. Al principio, dice, son «para aprender amistad, compañerismo y trabajo en equipo: guiar a un compañero tuyo que va con los ojos vendados y cosas así». Paula explica que el primer año, como todos los chicos llegan nuevos, «lo más importante es que construyan un grupo unido». Esta etapa se llama Pacto, porque a final de curso «nos comprometemos a ser amigos de todos los compañeros» del grupo, nos cuenta Irene. Ella dio este paso hace unos meses, y con el resto de niños de su edad recibió el crismón, una insignia con la X y la P que representan las dos primeras letras del nombre de Cristo en griego. Es uno de los signos de Juniors. –cuenta Leo–, en Identidad las actividades tratan sobre la vida de la parroquia a la que pertenece el grupo, y por eso reciben la pañoleta que les identifica con ella. Leo ya la lleva. «Tuvimos una Misa, y después de bendecirlas el cura y nuestro monitor nos las iban dando».
Luego –continúa Paula– vienen las etapas de Experiencia, donde los chicos «van creciendo tanto como personas como en su fe», y de Estilo de Vida, donde los más mayores «tienen ya claro que quieren seguir a Jesús» y aprenden más sobre Él, sus discípulos y la Iglesia. Cuando terminan el camino de Juniors, los chicos ya están preparados para convertirse ellos mismos en educadores del movimiento –hay 1.500 en toda Valencia–, o para ayudar en su parroquia en cualquier otra tarea que haga falta.
A Irene y Leo todavía les queda mucho para la meta, pero Leo ya se da cuenta de que ser de Juniors le ayuda a ser mejor amigo de Jesús, porque «aprendemos muchas cosas sobre qué hizo y cómo ser como Él; por ejemplo, comprensivos con los demás».