«La familia es el tronco fundamental de nuestra vida»
I premio de relatos de la Casa de la Familia
«La familia ha recibido la misión de custodiar, revelar y comunicar el amor», dijo la semana pasada el cardenal Osoro durante la entrega de premios del I concurso de relatos cortos sobre la belleza de la familia, organizado por la Fundación Casa de la Familia con la colaboración de la Fundación para Atención a Menores.
El purpurado incidió en que «la familia, fundada y vivificada por el amor, es una comunidad de personas, del hombre y la mujer, esposos, de los padres y los hijos, que se remonta al principio, al gesto creador de Dios». Citando a san Juan Pablo II, el arzobispo remarcó que «el hombre no puede vivir sin amor» y que la familia es un lugar para experimentarlo porque «no hemos sido un añadido desde fuera al mutuo amor de nuestros padres, sino que hemos brotado en el corazón mismo de su donación recíproca, siendo su fruto y su cumplimiento». En este sentido, recordó que «la vida humana surge siempre de dos laderas que son las únicas necesarias: padre y madre», y subrayó que «negar una de estas laderas, en el fondo, es negar la vida», porque «padre y madre son principios físicos de existencia y de identificación del ser humano».
«No hay eslabones perdidos»
A la entrega de premios acudieron el primer galardonado, el cántabro Luis González Córdoba, por «La consecuencia de leer tanto a Kafka», y el segundo, el murciano Miguel Sánchez Robles, por «Esa belleza de la familia pobre». González Córdoba, maestro de educación Primaria en Laredo, se presentó al concurso con una historia ambientada entre el pueblo y la ciudad, y por la que transcurren tres generaciones. «El nudo del relato es la relación entre un abuelo y su nieta –dice el autor–. Al final se muestra cómo no hay eslabones perdidos, todo el engranaje es perfecto. Hay una vuelta de la nieta al pueblo después de una mala experiencia en la ciudad, lo que supone en realidad una vuelta a la familia, a las raíces».
Para Luis, como para tantos escritores, la niñez es el territorio en el que se desenvuelve la vida adulta: «Cuando nos hacemos mayores no dejamos de ser los niños que fuimos. Eso se percibe especialmente cuando vuelves a los lugares de tu infancia, a todos esos olores, sonidos y sensaciones que te marcaron entonces y que llevas tan adentro».
El ganador del concurso recupera la idea del Papa Francisco de que los niños y los ancianos son el futuro de la humanidad, porque «el abuelo deja en su nieto una herencia que el niño está llamado a continuar. Uno tiene todo el tiempo por delante y al otro ya le queda poco, pero el futuro lo construyen los dos: uno por la sabiduría que aporta y otro por la obra que continúa. No se podrían entender el uno sin el otro».
En este sentido, Luis González Córdoba, casado y con una hija y dos nietos, procedente de una familia de seis hermanos, constata que «quizá cuando eres joven no eres demasiado consciente de la importancia de la familia. Parece que es algo que te viene dado y que todo el mundo tiene. Pero con los años te das cuenta de que no es así, vas conociendo todo su valor, y el referente que te queda al final siempre es la familia. Es el tronco fundamental de nuestra vida».
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