Cuaresma y caridad
La Cuaresma, los 40 días que nos preparan para la Pascua del Señor, comenzó el Miércoles de Ceniza con las iglesias llenas un día laborable. Es un tiempo fuerte, penitencial. Si siempre hemos de vivir la caridad, característica de un verdadero cristiano, mucho más en Cuaresma, tiempo en que deben acentuarse la práctica del ayuno, la oración y la limosna. Ayuno no solo de alimentos; también de cosas. Muchos fieles han ofrecido a los pobres el valor material de sus privaciones. Es característica de este tiempo, un mayor recogimiento para reflexionar sobre el rumbo de nuestra vida y su meta, el Cielo, porque esto que vivimos es pasajero. El Papa nos ha dado ejemplo de retiro orante: salió de Roma para hacer ejercicios espirituales, y antes nos obsequió con una carta en la que nos recuerda que «lo que apaga la caridad es ante todo la avidez por el dinero, el rechazo de Dios y, por tanto, el no querer buscar consuelo en él, prefiriendo quedarnos con nuestra desolación antes que sentirnos confortados por su Palabra y sus sacramentos. Todo esto se transforma en violencia que se dirige contra aquellos que consideramos una amenaza: el niño por nacer, el anciano enfermo, el huésped de paso, el extranjero, el prójimo que no corresponde a nuestras expectativas». Muy interesante su reflexión sobre la realidad que nos rodea.
Josefa Romo
Cáceres