ABC - Alfa y Omega Madrid

El legado de Martin Luther King

-

¿Cómo definir la lucha no violenta? La argentina Verónica Pelicaric, miembro del comité directivo de la organizaci­ón estadounid­ense Pace e Bene, extiende las manos con las palmas abiertas a modo de barrera. «Primero digo no a la injusticia, no al racismo, no a las guerras, no a la pobreza… Pero a continuaci­ón bajo una mano [se la muestra tendida a un adversario imaginario] y añado: “No somos enemigos. No te voy a expulsar de mi corazón. Propongo que trabajemos juntos”».

Pelicaric fue una de las expertas y activistas de diversas partes del mundo que reunió del 23 al 25 de marzo en Madrid el I Congreso Noviolenci­a Martin Luther King, a pocos días del 50 aniversari­o del asesinato del pastor norteameri­cano, el 4 de abril de 1968. La vida de King dio un giro cuando, procedente de Boston, se instaló en el sur de EE. UU. para liderar la campaña contra la segregació­n racial. Para su lucha puso en práctica a conciencia la metodologí­a con la que Ghandi había logrado la independen­cia de la India. Un problema hasta entonces ignorado por una mayoría de norteameri­canos ocupó en unos pocos años el centro de los debates de la política nacional. Una serie de acciones de gran impacto, como la negativa de Rosa Parks a ceder el asiento a un hombre blanco en un autobús, fueron creando las condicione­s que desembocar­on en la Gran Marcha sobre Washington de 1963, con el famoso Tengo un sueño de Martin Luther King. Parks, puntualiza Pelicaric, sabía bien lo que hacía; era «una activista bien entrenada en Tenesse en las técnicas de no violencia».

No fue un paseo de rosas, explica la experta a Alfa y Omega. «La no violencia significa jugársela. No basta con agitar unas banderitas en la calle». Para que las acciones tengan incidencia, hay que estar dispuesto a pagar un precio personal.

Lo que inclinó la balanza en la lucha contra la segregació­n racial fue la persistenc­ia de miles de afroameric­anos durante el año largo que duró el boicot a los autobuses públicos, caminando largas distancias al trabajo hiciera frío o calor. Con el tiempo, algunos se impacienta­ron por la falta de resultados y se produjeron escisiones violentas, pero la inmensa mayoría siguió comprometi­da con los métodos pacíficos que propugnaba el reverendo King, a pesar del aumento la represión policial y de los atentados de grupos como el Ku Klux Klan. O de las desmedidas sentencias de cárcel –a adolescent­es y niños incluidos– por acciones de protesta como sentarse en mesas de restaurant­e reservadas a blancos.

Se necesita constancia, pero la estrategia no violenta, a la larga, es el doble de efectiva que la armada, prosigue Verónica Pelicaric, citando la célebre investigac­ión de Erica Chenowen y Maria J. Stephan (Why Civil Resistance Works), que examinaron más de 300 revolucion­es a lo largo de un siglo.

Lo primero es cambiar el foco. «Fracasamos cuando pensamos que tenemos que convencer a las élites. Estamos perdiendo el tiempo, porque las élites saben exactament­e lo que quieren. A quien tenemos que convencer es a la gente normal, conseguir que salgan de la indiferenc­ia y se movilicen. El poder reside en las personas normales; lo que pasa es que no lo saben».

Esa es la filosofía que sigue Pace e Bene, organi-

zación fundada por frailes franciscan­os a finales de los años 80 en respuesta a los ensayos nucleares en el desierto de Nevada, que hoy da apoyo y formación a organizaci­ones sociales en campos tan variados como la ecología, la igualdad de la mujer o la lucha contra el racismo.

Pace e Bene reunirá a representa­ntes de más de 2.000 de esos grupos en la Semana de la No Violencia que organizará en septiembre en Washington. Se hablará de cómo preparar acciones que tengan realmente incidencia política y social. Pero antes de la estrategia –dice Pelicaric– «insistimos en la importanci­a de la fuerza del alma. A medida que uno crece en espíritu, ve con mayor claridad qué tipo de proyectos está llamado a desarrolla­r», como regla general en su entorno más próximo e inmediato. En ese camino de «purificaci­ón interior», como lo llama la responsabl­e de Pace e Bene, «la persona gana en convicción y solidez, se vuelve como una roca. Por eso Ghandi decía que la no violencia es la fuerza más grande que existe sobre la tierra, con mayor poder incluso que un arma nuclear».

Simultánea­mente, la organizaci­ón es un referente eclesial en EE. UU. en temas de paz y desarme. A la Santa Sede ha llevado la petición de que se replantee la justificac­ión de «guerra justa», concepto que a juicio de Pelicaric relativiza el compromiso de la Iglesia por la paz y que, desde Juan XXIII –pero especialme­nte ahora con Francisco– el magisterio ha comenzado a revisar.

 ?? CNS ?? Marcha en Washington (Estados Unidos), en 1963 . En ella, Martin Luther King Jr, pronunció su histórico discurso Yo tengo un sueño
CNS Marcha en Washington (Estados Unidos), en 1963 . En ella, Martin Luther King Jr, pronunció su histórico discurso Yo tengo un sueño
 ?? I Congreso Noviolenci­a Martin Luther King ?? Ramesh Sharma, Moisés Mato, Verónica Pelicaric, Sinisa Sikman y Andrew Metheven, durante el I Congreso Noviolenci­a
I Congreso Noviolenci­a Martin Luther King Ramesh Sharma, Moisés Mato, Verónica Pelicaric, Sinisa Sikman y Andrew Metheven, durante el I Congreso Noviolenci­a

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain