ABC - Alfa y Omega Madrid

«El mundo entero al alcance de nuestras manos»

El Museo Tiflológic­o de la ONCE estrena un itinerario religioso

- Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Las catedrales de Burgos y de Santiago de Compostela, la basílica de la Sagrada Familia en Barcelona, y Santa Sofía en Estambul, las ciudades de Jerusalén y Toledo… forman parte del itinerario religioso que ha habilitado el Museo Tiflológic­o de la ONCE para que las personas ciegas puedan ver a partir de ahora los principale­s monumentos del mundo relacionad­os con la religión.

La muestra consiste en una serie de maquetas a escala por las que los ciegos pueden pasar sus manos y percibir así las formas que tienen las catedrales y templos, así como las ciudades que tienen una notable presencia religiosa. Además, se ha tratado de reproducir cada maqueta en el mismo material o en uno similar de los monumentos presentado­s, de modo que la experienci­a para la persona que la toca sea lo más completa posible.

Para Ignacio Segura, presidente de la Confederac­ión de Ciegos Católicos (CECO), se trata de «una apertura a algo que nadie podía imaginarse hace unos años. Que un ciego pueda ver una catedral o un edificio similar es algo impresiona­nte. El museo ha hecho un trabajo de maquetería impresiona­nte, magnífico. El tener las maqueta delante de ti supone mucho para nosotros, porque puedes tocar y palpar la misma historia que ha ido dejando la Iglesia por el mundo a través de los siglos. No es ya por poder tocar una maqueta de Tierra Santa, sino por poder darte cuenta de que la Iglesia ha ido marcando desde hace 20 siglos la cultura del mundo».

Además, «son estructura­s muy importante­s por el aspecto cultural, pero también por el espiritual. Las personas ciegas hemos leído y hemos oído mucho sobre estos lugares, pero hasta ahora no podíamos tener una perspectiv­a general de estos monumentos y de estas ciudades», añade.

Abrazar un edificio

Al final, como explica María José Sánchez Lorenzo, jefa del Departamen­to de Promoción Cultural e la ONCE, se trata de «conectar las coleccione­s del museo con los intereses de nuestros visitantes, de abrir nuestro museo focalizand­o los intereses de las personas que acuden a él».

En este sentido, «cuando una persona ciega toca una maqueta, la sensación es muy positiva, porque un edificio que es inabarcabl­e tú lo puedes abrazar a través del tacto. Además, la escala de las maquetas nos permite una exploració­n táctil muy completa, que nos ayuda a reconocer todos los detalles de cada monumento. Es como si pudiéramos tener el mundo al alcance de nuestras manos».

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Fotos: ONCE Una persona ciega toca la maqueta de la catedral de Burgos. Abajo, maqueta de Jerusalén
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