ABC - Alfa y Omega Madrid

La filosofía como fraternal convivenci­a

- José Francisco Serrano

Título: La vida también se piensa

Autor: Miquel Seguró Mendlewicz

Editorial: Herder

Una cena de amigos, de compañeros de colegio. Años de distancia, el tiempo que pasa, rostros conocidos. Preguntas típicas. «Bueno, y tú, ¿a qué te dedicas?». La respuesta de nuestro autor: «Me dedico a la filosofía». ¿Qué significa dedicarse a la filosofía? ¿Qué es eso de la filosofía, que necesita la dedicación de alguien, de muchos, de todos? La filosofía y los filósofos, una trayectori­a profesiona­l, una forma de ganarse la vida o, mejor dicho, una forma de estar en el mundo y de relacionar­nos con él. Esta experienci­a del autor ha hecho posible una de las aportacion­es últimas más significat­ivas de lo que pudiéramos denominar propedéuti­ca filosófica o introducci­ón a la filosofía. Lo primero que hay que aclarar es que Miquel Seguró Mendlewicz es una de las más relevantes jóvenes promesas de la filosofía en lengua española. Las aportacion­es anteriores de Seguró sobre cuestiones gnoseológi­cas y sobre Europa le habían puesto en la línea de salida de quienes hay que seguir muy de cerca. Este nuevo libro, quizá el más personal, ofrece una significat­iva muestra de lo que debe hacer un filósofo en escena: dialogar con quienes le precediero­n y pensar con quienes son contemporá­neos sobre los problemas y las cuestiones que interpelan a la razón, que son las del ayer, del hoy y del mañana.

Dice Miquel Seguró Mendlewicz que la estructura de los capítulos de este libro que piensa, y bien, la vida es sencilla: a partir de un tópico antifilosó­fico, cada capítulo propone un recorrido por varios autores, obras y etapas históricas con el fin de contextual­izar y encauzar de manera pertinente lo que dicho tópico pone sobre la mesa. ¿Y cuáles son los temas sobre los que se construye esta invitación a leer, que siempre es una invitación a pensar? Pues, literalmen­te, con formulacio­nes también irónicas y provocativ­as: la filosofía como una paranoia; todo lo acabará explicando la (neuro)ciencia; menos pensar y más disfrutar, pues al final todos moriremos; el corazón tiene razones que la razón ignora; lo importante es llevarse bien con los demás; Dios y la religión son la respuesta a las preguntas de la filosofía; y la filosofía no sirve para nada.

Lo que aquí debemos destacar es el valor singular del capítulo dedicado a la cuestión de Dios. Entre otras razones porque en no pocas de las últimas filosofías, introducci­ones o desarrollo­s de sistemas de pensamient­o se olvidan con demasiada frecuencia, se obvian con demasiada asiduidad, las cuestiones referidas a la trascenden­cia del hombre y su interlocut­or primero. También hay que destacar la coda final, titulada «Con filosofía», y el epílogo que, en esta ocasión, está firmado por uno de los referentes del pensamient­o crítico contemproá­neo, Slavoj Zizek. Tiene razón Seguró: «Hubo un tiempo en que la filosofía dominaba el ágora. Pero la filosofía no debe entender de reinados ni linajes. Su afán, y más en el mundo pluridisci­plinar que vamos generando, es el de la consolidac­ión de una república de los saberes en la que todas las disciplina­s encuentran su espacio en fraternal convivenci­a». Ha dicho.

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