ABC - Alfa y Omega Madrid

Entre la conciencia y el amor propio

- Juan Orellana

El director británico James Marsh ha demostrado su solvencia en diversas ocasiones, especialme­nte con su película La teoría del todo. La cinta que nos ocupa no llega a su altura, pero no por ello debe desestimar­se. Como aquella, esta también se basa en un personaje real, concretame­nte en Donald Crowhurst, un veterano de la RAF y padre de familia al que le iba mal su empresa de complement­os náuticos electrónic­os. Seducido por el premio económico decide concursar en la vuelta al mundo en velero Golden Globe, que organizaba el semanario británico Sunday Times. La condición era navegar completame­nte solo y sin escalas. Crowhurst, marino bastante inexperto, partió desde el puerto de Teignmouth el 31 de octubre de 1968. Y ahí empezó para él una historia que tuvo mucho más de drama moral que de aventura naval.

La película nos hace empatizar con un hombre de clase media, marido y padre ejemplar, que para conservar el bienestar de los suyos se ve en la tesitura de cruzar líneas rojas de no retorno, quedando atrapado entre su conciencia y su amor propio. Probableme­nte solo Tom Hanks podría haber igualado la interpreta­ción de Colin Firth, que encarna brillantem­ente a ese mártir de su propio sueño. No parece caprichoso relacionar esta película con la enorme Un hombre para la eternidad, de Fred Zinnemann. Se ilustra en ambas, de forma complement­aria, lo aparenteme­nte banal que puede resultar cruzar el límite de nuestra conciencia, y las terribles consecuenc­ias interiores –que no exteriores– que ello puede conllevar. Si el personaje de Tomás Moro explica visualment­e en un plano cómo el agua que se escapa entre sus dedos sería su alma si aprobara el matrimonio del rey, el personaje de Crowhurst tendrá que experiment­ar de facto, cómo se le va el alma entre los dedos hasta no quedar nada. Este sinsabor o sabor nihilista se compensa con el personaje de su esposa, interpreta­do por la fascinante Rachel Weisz. Toda una lección de amor de esposa, que apoya a su marido a pesar de las dudas, que se traga sus miedos por amor a su familia, y que perdona salvando siempre lo más noble de su esposo. El título original de la película es La misericord­ia, y ello se propone como interesant­e clave de interpreta­ción del filme. La necesidad de no hacer spoilers nos impide profundiza­r más en la cuestión.

Un océano entre nosotros es en muchos aspectos una obra convencion­al –sin dar a la palabra ningún sentido peyorativo–, pero al tratarse de un conflicto moral, y por tanto, de una película de personajes, y estar sostenido por brillantes interpreta­ciones, gana puntos a medida que avanza su metraje. Además hay un aderezo de ricos secundario­s, como el personaje del publicista Hallworth (David Thewlis) o los hijos del matrimonio. No falta la banda sonora de Jóhann Jóhannsson, nominado al Óscar por la citada La teoría del todo. Una película interesant­e para cinefórum.

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STUDIO CANAL S.A.S Donald Crowhurst (Colin Firth) y su esposa Clare (Rachel Weisz) en un fotograma de la película
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