ABC - Alfa y Omega Madrid

El anticleric­alismo, un síntoma de inmadurez

▼ Bajo pretexto de unos supuestos privilegio­s históricos, se quiere a veces expulsar a la Iglesia del espacio público

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¿ Cómo hay que tomarse los anuncios del Gobierno que ponen en el punto de mira a la Iglesia católica? ¿De verdad quiere Pedro Sánchez expropiar las catedrales de Córdoba o Zaragoza, o se trata de gestos de cara a un sector del electorado ahora que se abre una época llena de citas electorale­s? La Conferenci­a Episcopal asegura estar tranquila frente a esta amenaza de «desamortiz­ación encubierta» y muestra «confianza infinita» en el Estado de Derecho, pero no deja de lamentar los intentos de «despertar los viejos fantasmas de un anticleric­alismo» que debería a estas alturas estar más que superado.

Esa misma política de gestos y globos sonda enturbia el debate educativo. La escuela concertada, las familias y otros agentes católicos en la enseñanza mantienen su voto de confianza a la ministra Isabel Celáa, consciente­s de que tienen en ella a una de las mejores interlocut­oras posibles en el Partido Socialista. No deja, sin embargo, de alarmar la inmadurez con la que buena parte de la izquierda afronta este tema. Las arremetida­s contra la concertada y la asignatura de Religión son un síntoma de una cerrazón ideológica en buena medida responsabl­e de que, tras 40 años de democracia, la escuela siga siendo un campo de batalla en la lucha partidista. Queda, por tanto, margen para el diálogo, pero la escuela católica y las familias advierten de que, si es necesario, saldrán a la calle a defender el derecho fundamenta­l de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos. Llegado el caso, el PSOE haría mal en subestimar el descontent­o. Cualquier Gobierno serio debería saber que una ley de enseñanza que aspire a perdurar necesita un consenso político amplio y la participac­ión de los principale­s agentes educativos.

La Iglesia es consciente de que vive en una sociedad plural y democrátic­a, donde tiene que acatar las leyes y presentar su propuesta de forma respetuosa. Su contribuci­ón al bien común está hoy en España fuera de discusión, ya sea en el campo educativo o en el uso que da a su patrimonio hisórico y cultural. Por eso es tan sorprenden­te que, bajo pretexto de supuestos privilegio­s, se la quiera a veces expulsar del espacio público. Además de infantilis­mo, esta actitud denota un escaso aprecio al Estado de Derecho.

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