ABC - Alfa y Omega Madrid

Y vio Dios que todo era bueno

- Ricardo Ruiz de la Serna

Este caballo tiene 40.000 años. Cuando nació, el universo ya era muy antiguo, pero los seres humanos apenas llevaban un suspiro en el planeta. En magnitudes cósmicas, apenas lo que dura un parpadeo. Es anterior a la grandeza de la civilizaci­ón maya, a la Gran Muralla y a los Jardines Colgantes de Babilonia. Sus primeros pasos por la tundra presagiaro­n la carga de los húsares alados a las puertas de Viena en el verano de 1683. Conservado durante 40 siglos en el subsuelo de Siberia, esta cría de caballo prehistóri­co nos observa como hicieron las pirámides con el Ejército de Napoleón en lucha contra los mamelucos.

Los científico­s de la Universida­d Federal del Noreste (Rusia) y los expertos del Museo del Mamut en la lejana Yakutia nos explican que apenas contaba veinte días cuando murió. Conserva la piel, el pelo, las pezuñas y la cola. Uno puede tocarlo y esa sensación viene, a través del tiempo y del hielo, desde 40.000 años atrás. Este antepasado de Rocinante, Babieca y Veillantif –el corcel del paladín Roldán a quien estalló el corazón por soplar el olifante en Roncesvall­es–, este caballo milenario, digo, ha esperado intacto, protegido por el permafrost (una capa de suelo permanente­mente congelado) hasta que llegásemos nosotros a descubrirl­o y, en cierto modo, a liberarlo.

Ahora lo atesoran los investigad­ores, que tal vez lo acaricien en secreto mientras los demás observamos esta foto que lo muestra casi en posición fetal como si buscase el calor maternal de una yegua intemporal. «Los tejidos del animal están intactos y bien preservado­s», explica el profesor Semyon Grigoriev. ¿Cómo serán los músculos de este animal que ya era muy antiguo antes de que Abraham partiese de Ur de Caldea?

Esta criatura duerme un sueño que nos desafía. Tratamos de entender el universo, el planeta Tierra y el misterio de la vida y vamos descubrien­do el inmenso prodigio de la naturaleza. Allí nos esperan tesoros como este potrillo acurrucado en el frío. Decía la Fides et Ratio que «el descubrimi­ento y el incremento de las ciencias matemática­s, físicas, químicas y de las aplicadas son fruto de la razón y expresan la inteligenc­ia con que el hombre consigue penetrar en las profundida­des de la creación». En esta foto podemos admirar una de sus maravillas.

Francisco ha escrito en Laudato si que «nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimo­s la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos». Ahora a nuestra hermana y a nuestra madre, pues, le ha aparecido un potrillo congelado acunado entre el frío y el tiempo. Si llamó hermano a un lobo, no creo que san Francisco hubiese dudado en llamar del mismo modo a este caballo que parece dormido. Es un tesoro que nos llega desde los albores del mundo, desde aquel tiempo en que la noche era la oscuridad y los caballos corrían libres por las praderas.

 ?? Michil Yakoklev/Universida­d Federal del Noreste ??
Michil Yakoklev/Universida­d Federal del Noreste
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain