Fe y vida 23
laicales que surgían movidas por el Espíritu, fundamentalmente, en las parroquias, a las que fecundaban, fortalecían e interrelacionaban con la sociedad.
En su vida, en su pensamiento y gobierno, no estuvieron presentes ni el integrismo ni la intolerancia. Se sirvió de medios pobres (las cartas, los encuentros personales, las llamadas telefónicas), y con ellos construyó una tupida red de amistades que duraron indefinidamente. Poseía una fuerza interior increíble y poca presencia exterior buscada. Auténtico hombre de Dios para cuantos le seguían, muchos de los cuales han dejado su testimonio. Promovió con éxito una educación profunda, fundamentalmente cristocéntrica y litúrgica, no inclinada a devociones particulares, con fuerte sentido ecuménico y misionero.
Quiero recordar en este momento su intento de diálogo con las Brigadas Rojas con motivo del secuestro y posterior asesinato de Aldo Moro, quien había sido primer ministro italiano y con quien mantenía un afecto profundo. Les dirigió una carta dramática en la que resplandecen al desnudo su sensibilidad y sentimientos. Es el amigo que muestra su compromiso, cercanía y tristeza, y su capacidad de encontrarse con autoridad y humildad con los intolerantes y radicales.
Los cardenales eligieron al cardenal Roncali sin prever lo que hacían, y el Espíritu jugó con ellos. Sin Juan XXIII no hubiera sido posible ni el Concilio ni Pablo VI, quien puede ser considerado el Papa del Concilio porque lo dirigió y transformó sus decretos en vida fecunda de la Iglesia.
Pablo VI deseó siempre relacionarse con el universo de las conciencias, ninguna excluida. Sus conceptos de cultura, diálogo, evangelización, humanismo y caridad, siempre interrelacionados, nos indican cómo para este Papa el diálogo de la religión con la cultura resulta indispensable para la evangelización.
más amable y cercana, más confiada en la acción adulta de los creyentes a través de la Acción Católica y las numerosas comunidades laicales que surgían en las parroquias