ABC - Alfa y Omega Madrid

«Renuncio a mi fe»

- Álvaro Real

Tres palabras: «Renuncio a mi fe». Así de sencillo. Meriam Ibrahim Isahq es una joven sudanesa cristiana que fue encarcelad­a y juzgada en Sudán por apostasía. Ocurrió en 2014. Meriam estaba embarazada de ocho meses y tenía un hijo pequeño de 1 año y medio, Martin, que compartió con ella prisión. Fue condenada a 100 latigazos por adulterio tras casarse con un cristiano (Daniel Wani, sudanés refugiado en EE. UU.) y condenada a muerte por negarse a abjurar de su fe cristiana. Todo eso se lo podría haber ahorrado con esas tres palabras. Si Meriam hubiera renunciado a su fe cristiana, hubiera sido libre. Pero no, decidió mantenerse firme. Y no fue nada fácil… Dio a luz a su hija Maya en el ala del hospital de la cárcel de Omdurmán, tendida sobre una camilla y encadenada por los tobillos.

Su caso conmocionó al mundo y movilizó una ola de solidarida­d y de defensa de la libertad religiosa que permitió, después de muchos avatares, su liberación. La periodista Antonella Napoli, presidenta de Italianos por Darfur Onlus y gran defensora de los Derechos Humanos, trabajó incansable­mente por su liberación y ahora en su libro Me llamo Meriam, editado en España por Paulinas, muestra su historia. En la obra se explica el gran trabajo de organizaci­ones no gubernamen­tales y de la diplomacia italiana, pero también las vivencias de los protagonis­tas, sus miedos, alegrías, sueños y frustracio­nes. La paciencia de Daniel, marido de Meriam, que siempre apoyó su decisión y estuvo a su lado. La perseveran­cia de Mohamed y de los abogados en Sudán que se jugaban la vida por defenderla y que, tras el juicio, tuvieron que huir del país, o las continúas sensacione­s y vivencias de la autora Antonella Napoli.

En la presentaci­ón del libro en Madrid, Antonella mostraba cómo fueron sus primeros encuentros con Meriam y lo agradecido­s que estaban de la ayuda internacio­nal que habían recibido: «Entré a la habitación, se le iluminó el rostro, sonrió y se acercó a abrazarme diciendo: “Hermana”...».

Me llamo Meriam muestra la persecució­n religiosa que se vive en algunos países islámicos. Duro, con momentos de extrema violencia, pero que transmite esperanza y agradecimi­ento. En sus páginas no hay rencor, todo lo contrario: la convicción de que el trabajo tiene sus frutos, y que si la comunidad internacio­nal y la diplomacia trabajan es posible cambiar el mundo. Ella se salvó de la horca, pero hay muchas Meriam hoy que necesitan ayuda, muchos hombres y mujeres encarcelad­os y ejecutados por ser cristianos.

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