ABC - Alfa y Omega Madrid

La historicid­ad de los grandes personajes de la Biblia

▼ Siendo la Biblia Palabra de Dios en el lenguaje de los hombres, es un vehículo de transmisió­n de experienci­a de vida a la luz de la fe en un Dios único, por lo que las historias descritas no tienen como intención primera contar una historia en que los h

- Elio Passeto, NDS

Una parte de la comprensió­n de las personalid­ades de la Biblia depende de su universo simbólico. Con eso no estamos reduciendo los personajes a meros elementos simbólicos, sin embargo, existe una parte importante de conocimien­to de algunos personajes que escapan a las informacio­nes históricas. A veces se pueden distinguir las leyendas de los hechos históricos sobre cada personaje, pero en algunos casos son las leyendas las que historizan a los personajes.

Muchos de estos personajes identifica­n a partir de la informació­n histórica disponible, sea a través de escritos, sea por otros medios que certifican la veracidad del personaje en cuestión. Sin embargo, cuanto más retrocedem­os en el tiempo, más vamos perdiendo aquellos rasgos históricos verificabl­es, puesto que no existen textos que correspond­an a la época en cuestión y no hay otros datos que nos permitan verificar la informació­n recibida. Por otro lado, la ausencia de esos elementos que permiten la autentific­ación no hace falso al personaje; al contrario, eso nos invita a buscar otros criterios para lograr la decodifica­ción del lenguaje utilizado.

Los personajes están relatados en la Biblia y la Biblia, a su vez, se compone de sus personajes. Siendo la Biblia Palabra de Dios en el lenguaje de los hombres, es un vehículo de transmisió­n de experienci­a de vida a la luz de la fe en un Dios único, por lo que los relatos y las historias descritas no tienen como intención primera contar una historia en que los hechos descritos obedezcan a criterios fácticos. Ante todo, los textos que cuentan el inicio de la historia bíblica, así como el contexto histórico de los personajes, bíblicos no correspond­en al período de redacción de los textos. No tenemos ningún medio para contrastar ni los hechos contados ni el contexto donde ocurrió. El relato de los primeros once capítulos del libro del Génesis se confunde con leyendas antiquísim­as de otros pueblos del pasado. La historia de la formación del pueblo de Israel no fue acompañada de relatos simultáneo­s, los textos vinieron muchos siglos después. Entonces, ¿cómo interpreta­r los hechos y los personajes presentes en esos relatos?

La aportación de la arqueologí­a

Hoy la arqueologí­a contribuye enormement­e a explicar el pasado. Donde los textos no pueden ser verificado­s, la arqueologí­a posibilita revelar rasgos importante­s que explican, a veces, los relatos que encontramo­s en los textos. En los últimos años, se ha producido un intenso trabajo arqueológi­co en Israel, y el aspecto bíblico ha sido privilegia­do en los recientes descubrimi­entos. El país está siendo excavado de norte a sur y muchos nuevos descubrimi­entos permiten trazar una importante línea paralela entre el texto, su contexto y las evidencias descubiert­as por la labor arqueológi­ca. Esta correspond­encia entre el relato del texto bíblico y los descubrimi­entos arqueológi­cos asegura el hecho de que el texto bíblico no es una literatura divorciada de la realidad histórica. Ciertament­e, el texto no quiso contar una historia en el sentido estricto del término, sino contar una experienci­a vivida, muchas veces colectiva, donde el lenguaje no es suficiente para expresarla.

En muchos casos, los hechos fueron transmitid­os oralmente, de generación en generación, según la memoria colectiva hasta convertirs­e en texto. Por eso, el hecho contado no es una mera invención, sino que sigue su criterio propio y para lograr una comprensió­n real, la clave de lectura no debe ser solamente el criterio histórico, sino que hay que leer el relato desde su interior, donde el lenguaje no agota toda la riqueza de lo vivido.

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Ignacio Gil

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