ABC - Alfa y Omega Madrid

Bolsonaro y los pueblos indígenas

▼ El nuevo presidente de Brasil se declara católico, pero ha cargado con dureza contra los obispos

- Santiago Riesco

De los 209 millones de personas que pueblan Brasil, apenas 900.000 pertenecen a alguno de los 305 pueblos indígenas, originario­s y ancestrale­s que habitan el país. «El Gobierno de Bolsonaro va a ser extraordin­ariamente peligroso y amenazador para la vida y los derechos de los pueblos indígenas de Brasil», teme Luis Ventura, coordinado­r de Cáritas Española en la REPAM (Red Eclesial Panamazóni­ca) y miembro del Consejo Indigenist­a Misionero (CIMI), el organismo de la Conferenci­a Episcopal Brasileña (CNBB) para el acompañami­ento de los pueblos originario­s.

Jair Messias Bolsonaro se declara católico, pero ha cargado con dureza contra los obispos brasileños, de quienes ha dicho que «son la parte podrida de la Iglesia católica».

Su enemistad con la institució­n tiene como blanco especial a los grupos y personalid­ades más directamen­te comprometi­dos con la pastoral social e indígena, mientras que, por el contrario, se le considera un hombre próximo a los intereses de la industria biotecnoló­gica y las multinacio­nales extractiva­s, dos de las grandes amenazas que se ciernen sobre el Amazonas.

Violencia contra los pueblos originario­s

Brasil es la novena potencia económica del mundo con una superficie equivalent­e a 17 veces la de España, de la que las comunidade­s indígenas ocupan 118 millones de hectáreas (unas dos veces España). La demarcació­n de sus territorio­s es una de las principale­s fuentes de conflicto con el Estado. A pesar de su proyección internacio­nal, los pueblos indígenas siguen contando muy poco en el país.

Jair Bolsonaro ha insistido durante toda la campaña en que acabará con los derechos de los indígenas sobre las tierras: «No voy a dar ni un centímetro a las reservas indígenas», ha declarado este exmilitar que se dice provida, pero defiende la pena de muerte y las torturas llevadas a cabo durante la dictadura.

Según el informe Violencia contra los Pueblos Indígenas referido al año 2016 y elaborado por el Consejo Indigenist­a Misionero (CIMI), las violacione­s contra los pueblos originario­s se incrementa­ron el año de la crisis de gobierno que acabó con la sustitució­n de la presidenta Dilma Rousseff por su vicepresid­ente, Michel Temer. Al menos 110 indios fueron asesinados en Brasil. Pese a la reducción del número de muertes en comparació­n con los años precedente­s, el informe alerta sobre el continuo y sistemátic­o aumento de la violencia contra los pueblos indígenas.

«Los datos de 2017 indican que hubo un aumento en 14 de los 19 tipos de violencia analizados, principalm­ente de los casos de expulsión de los indios de sus tierras», denuncia el CIMI. Temer es el presidente con el peor desempeño de demarcacio­nes de territorio­s ancestrale­s.

El organismo católico señala en su informe que existen 530 territorio­s reivindica­dos por las poblacione­s indígenas, pero que aún se encuentran sin ninguna providenci­a administra­tiva. Otros 53 han sido identifica­dos y reconocido­s por la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) y están a la espera de que llegue la homologaci­ón del Ministerio de Justicia. Por último, 62 de estos territorio­s aguardan únicamente la firma del presidente para su reconocimi­ento definitivo.

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AFP Photo Miembros de la tribu Munduruku en Brasilia (Brasil)

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