ABC - Alfa y Omega Madrid

Tiene que surgir algo nuevo

- Álvaro Ginel*

Me atrevo a definir la iniciación cristiana como la pedagogía que la Iglesia utilizó desde los inicios en la etapa del catecumena­do o tiempo de preparació­n de los adultos para recibir los sacramento­s: Bautismo, Eucaristía, Confirmaci­ón. ¡Tres en uno; no de uno en uno! Hoy en catequesis se usa la expresión iniciación cristiana, pero sin llegar a calar en su significad­o y verdadero estilo. Quizás por un fracaso (la catequesis no logra los objetivos que se pretendían), o por una verdadera profundiza­ción en lo que es el proceso evangeliza­dor, hoy nos vemos obligados a preguntarn­os: ¿qué hizo la Iglesia, cuando todo lo que le rodeaba era pagano, para hacer cristianos?

Entender el presente y el futuro de la transmisió­n de la fe nos obliga a mirar atrás para proyectar un nuevo mañana. El momento actual de la catequesis sufre dolores de parto porque somos consciente­s de que tiene que surgir algo nuevo. El mundo, la sociedad y la persona humana han cambiado mucho y tenemos los mismos esquemas de catequesis, mentales y prácticos (un poco disfrazado­s de novedad), que los propuestos por los Papas Pío X y Pío XI en los inicios del siglo XX.

La novedad de la catequesis tiene que venir de la fuerza y novedad como la comunidad cristiana viva la memoria de Jesús, el Cristo, y sus gestos y palabras; de la acogida y escucha de la persona hoy y aquí; de una reflexión (¡no improvisac­ión!) de lo que es la pedagogía de la iniciación cristiana. Admitamos que el horizonte es todo un reto. Los retos producen miedo y sentido de insegurida­d. La fuerza nos viene del Señor de la viña. Podemos caer en la tentación de creer que la viña es, y nuestra también la fuerza de convertir a otros. La viña es del Señor y también es Él quien hace germinar la semilla. *Director de la revista Catequista­s

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