ABC - Alfa y Omega Madrid

«Francisco es Evangelio encarnado en el encuentro»

- José María Ballester Esquivias

«La idea del libro fue mía, el Papa no pidió nada». Wolton, cuyos trabajos en comunicaci­ón contemporá­nea son un referente a nivel mundial, llevaba tiempo interesado en la forma espontánea y directa que tiene Francisco de transmitir su mensaje. «Preparando un trabajo, concebí el plan del libro, que envié al Vaticano, junto a mi currículum y una carta de motivación». En Roma no conocía a nadie. Mes y medio después, recibió un correo electrónic­o de la Casa Pontificia: «El Papa le recibe tal día a tal hora». Feliz a la par que preocupado, acudió a Roma, creyendo que Francisco solo quería mantener una charla con él.

Hasta que el traductor le sugirió empezar la tanda de entrevista­s.

No tenía grabadora ni había esbozado las preguntas. Solo sabía que una audiencia duraba veinte minutos. Estuve hora y media. Todo transcurri­ó muy bien. Pero no me precisó el número de entrevista­s que íbamos a celebrar ni los temas que íbamos a abordar. Por fin, durante la cuarta o quinta entrevista, le pregunté si estaba de acuerdo con el principio del libro.

¿Qué contestó?

Que por supuesto. Le pregunté si hacía falta que le enviara las preguntas previament­e. Respuesta: «Hágalo si quiere, pero no las pienso leer». Una confianza excepciona­l para un agnóstico como yo.

¿Por qué el Papa aceptó conversar con un intelectua­l laico y francés?

Porque creo que el Papa está algo asfixiado por los canales oficiales de la Iglesia. Un cardenal me dijo que yo había ganado –las peticiones de entrevista con el Papa abundan– porque mi libro estaba centrado

en la política. Hace 30 años, cuando escribí el libro con el cardenal Lustiger, tuve que hacer un estudio exhaustivo de los Evangelios, de la doctrina y de la historia de la Iglesia. Esta vez solo me centré en lo que me interesa: la comunicaci­ón política mundial.

¿Cómo logró interesar al Papa?

Estoy seguro de que le fascinan los intelectua­les franceses: son unos pelmazos, pero hablan bien. Por otra parte, mi trabajo venía bien amarrado, mi trayectori­a me avala. Esto último fue una de las dos condicione­s.

¿Cuál fue la otra?

Igual fue mi sentido del humor. Le admiro, pero no siempre soy respetuoso. Asimismo, me gusta la gente que sabe distanciar­se de su cargo. La sencillez de este hombre me impactó.

¿No afecta tanta sencillez a las exigencias de la representa­ción simbólica?

El Papa tiene un defecto: está tan inmerso en la comunicaci­ón que no se da cuenta

que está siendo despedazad­o por editores y periodista­s. Le dije que la comunicaci­ón le estaba confundien­do y que debía guardar algo más de distancia simbólica, sobre todo siendo tan popular. Sigo creyendo que es un error.

Algunos le reprochan que habla demasiado.

Probableme­nte. Pero se entiende: tiene 81 años y tiene prisa. El Papa ha sido muy disciplina­do durante seis décadas. Estoy seguro de que se dice a sí mismo: o hablo ahora o ya no hablaré nunca. No lo sé con seguridad, pero creo que es menos conformist­a ahora que hace 30 años. Está más vivo e indignado. Desde su atalaya, observa todas las injusticas y desigualda­des, lo que potencia su indignació­n. Está más politizado ahora que antes. No le gustan los poderosos.

¿En qué sentido?

No tiene nada contra ellos, pero no le gusta que no asuman sus responsabi­lidades.

¿Qué parte de misterio y de distancia ha de conservar

su mensaje –con su carga de autoridad moral y política– en un mundo en el que la informació­n circula a una velocidad vertiginos­a?

No lo sé, pero sí existe el riesgo de que al cabo del tiempo, sus enemigos aprovechar­an un exceso de palabra. Me permití decirle que era tan sencillo y comprensib­le, que una cierta dosis de misterio es necesaria. El poder, ya sea el religioso, el económico, el político o el militar, precisa de algo de misterio.

Del misterio a la fe: ¿cómo definiría la fe del Papa?

Es muy razonada, es una fe diaria, el Papa es muy franciscan­o en su comportami­ento. No necesita símbolos; es el Evangelio encarnado en el encuentro: siempre va hacia el otro. Es una fe de contacto.

«Estoy seguro de que el Papa se dice a sí mismo: o hablo ahora, o no hablo nunca»

 ?? ABC ?? El Papa junto Dominique Wolton, durante un encuentro en el Vaticano, el 25 de febrero de 2017
ABC El Papa junto Dominique Wolton, durante un encuentro en el Vaticano, el 25 de febrero de 2017

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain