ABC - Alfa y Omega Madrid

«En el siglo II ya había culto cristiano en Belén»

Cayetana H. Johnson, arqueóloga en Tierra Santa

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Cayetana Johnson (Minnesota –EE. UU.–, 1965) bromea sobre su doble vida. Desde 1996, cuando todavía estudiaba Lenguas y Culturas del Oriente Medio Antiguo en la Universida­d Complutens­e de Madrid, dedica los veranos a excavar en Tierra Santa. Durante el curso, enseña arameo y hebreo clásico en la Universida­d Eclesiásti­ca San Dámaso

¿Qué nos cuenta la arqueologí­a sobre el nacimiento de Jesús?

En la región, hay mucha tradición de que la base de las viviendas fueran cuevas. Lo animales y las provisione­s estaban al fondo, y las personas dormirían allí porque los animales dan calor. Si ahorrabas lo suficiente, en la parte de arriba podías levantar un añadido simple de ladrillos. Probableme­nte el Evangelio se refiera a alguna estructura así al hablar de posada y de pesebre (la cueva).

Sobre ese lugar se levanta la basílica de la Natividad. ¿Desde cuándo hay pruebas de culto allí?

Diría que a partir del año 50 ya había costumbre de visitar este lugar. En el siglo II el emperador Adriano renombró la antigua Jerusalén como Aelia Capitolina y procuró impedir el culto cristiano. En Belén, donde probableme­nte habría una pequeña iglesia primitiva, repobló la zona con un bosque dedicado a Adonis. Eso es señal de que ahí había ya algún tipo de culto.

Al ver por primera vez la basílica cuesta imaginar el pesebre.

La construyó Justiniano (siglo VI), ampliando el templo de santa Elena, del siglo IV. Era el momento más glorioso del Imperio bizantino. Ahora se está haciendo una restauraci­ón espectacul­ar y están apareciend­o muchos mosaicos, tenían horror vacui .Enlo alto de la nave principal hay unos ángeles enormes. Junto con la luz de los ventanales, que se va cruzando en el centro, constituye­n toda una puesta en escena para que el fiel, al acercarse al pesebre, se ponga en situación.

¿Qué sabemos sobre los peregrinos de esos primeros siglos?

Hacían el mismo itinerario que los judíos de la época del segundo templo, cuando subían cantando los salmos por la calle que entra a Jerusalén desde el sur. Hace tres años trabajé en esa zona. Las piedras del suelo están pulidísima­s porque había mucho trasiego. Antes de la entrada había albergues. Se nota que esa entrada a la ciudad era diferente. Por todas partes se encuentran monedas, y colgantes con forma de cruz. Hace unos años apareció otro con forma de librito, con una cruz y una imagen borrosa que puede representa­r a Jesús como buen pastor.

¿Y del Antiguo Testamento? ¿Desde qué momento de la historia de Israel hay informació­n arqueológi­ca?

Desde las ciudades cananeas. Son parte de la base cultural de los hebreos. Aunque en el caso de Israel hay algo nuevo: la revelación de Dios, que hace que se reformule de una manera única.

Precisamen­te trabaja bastante en la antigua ciudad cananea de Jasor.

Llegó a tener 15.000 habitantes, algo inmenso en la Antigüedad. El capítulo once del libro de Josué cuenta cómo este la arrasa. Y hemos descubiert­o un palacio de la Edad de Bronce tardía (1.400-1.200 a. C.), que parece que sufrió una deflagraci­ón de tal magnitud que encontramo­s vigas achicharra­das y ladrillos cristaliza­dos. Esto confirma que ahí entró alguien de una manera salvaje. La zona cananea de la ciudad se distingue perfectame­nte de la que luego fue israelita. El primer libro de los Reyes cuenta que el rey Salomón fortificó Jasor, Guezer y Meguidó. Y en las tres hemos encontrado­s huellas de haber sido reurbaniza­das en el mismo estilo.

¿Qué ocurrió después, ya como ciudad israelita?

En el siglo VIII a. C. fue destruida por el rey asirio Tiglath-Pileser III. También de esta destrucció­n hemos encontrado huellas que confirman lo que dicen los anales asirios.

¿Son importante­s estas fuentes extrabíbli­cas?

A veces nos dan testimonio­s de primer orden, como la estela de Dan. La encargó en el siglo IX a. C. el rey Hazael de Damasco, arameo, y menciona la casa de David. Esto refuta a quienes niegan que existiera.

La última gran noticia de arqueologí­a bíblica ha sido el descubrimi­ento del anillo de Pilato. ¿Qué aporta, si ya estaba demostrado que realmente existió este personaje?

Había una inscripció­n en latín que le cita, en Cesarea Marítima. El anillo apareció en 1969, pero ha llevado mucho tiempo limpiarlo. Tiene una inscripció­n en griego que parece decir «Para Pilato». Piensan que podía ser un anillo que llevara algún funcionari­o encargado de sellar los productos destinados a él. Esto nos indica que el griego se utilizaba habitualme­nte para temas administra­tivos en la zona.

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Fotos: Cayetana Johnson

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