ABC - Alfa y Omega Madrid

Un matrimonio en la Curia

▼ El cardenal Osoro anuncia durante la celebració­n de la Sagrada Familia que un matrimonio se sitúa al frente de la nueva área de Familia y Laicos. Uno de los primeros puntos de la renovación de la pastoral familiar que deberán pilotar es el replanteam­ien

- Ricardo Benjumea

El cardenal Osoro celebró la Jornada de la Sagrada Familia saludando y bendiciend­o a las familias que a lo largo de todo el día se acercaron a la catedral. Al fina de la Misa, anunció el nombramien­to de María Bazal y José Barceló –responsabl­es de la Fundación Casa de la Familia– al frente del área de Familia y Laicos.

Se llaman María y José. «Sí, y nuestros hijos nacieron en [la clínica de] Belén», bromean ambos, tras anunciar el cardenal Osoro su nombramien­to al final la Misa de la Sagrada Familia.

Por primera vez en su historia, el área de pastoral familiar de la archidióce­sis de Madrid (que incorpora la hasta ahora Delegación de Apostolado Seglar) tiene al frente a un matrimonio, con experienci­a directa de los retos y dificultad­es que afronta en el día a día la familia cristiana. Pero antes que eso, María Bazal González y José Barceló Llauger llegan a la Curia diocesana con una amplia experienci­a en el acompañami­ento a otras familias. Miembros desde hace más de 30 años de la Comunidad Cristiana de Matrimonio­s de Nuestra Señora de Nazaret y del Pilar, de inspiració­n ignaciana, Bazal y Barceló son respectiva­mente miembro del patronato y presidente de la Fundación Casa de la Familia. Esta entidad se ha convertido en los últimos años en una pieza clave en la pastoral de familia del Arzobispad­o. En colaboraci­ón con el Instituto Universita­rio de la Familia de la Universida­d Pontifica Comillas, la Casa de la Familia lanzó a finales de 2017 el Informe Familia, en respuesta al reto planteado por la exhortació­n Amoris laetitia de contar con instrument­os que permitan conocer de forma rigurosa la realidad concreta de las familias y, a partir de ahí, desideolog­izar los debates y buscar sinergias con otros actores sociales. Una expresión más de esa Iglesia en salida que, en palabras del cardenal Osoro, debe «estar presente donde está la gente, no donde a nosotros nos gustaría que estuviera».

Lo primero, sin embargo, que destacan los nuevos responsabl­es de Familia es el valor de la herencia que reciben del hasta ahora delegado diocesano, el sacerdote Fernando Simón, y su voluntad de «construir sobre lo que ya hay». A partir de ahí, consideran que «todo suma», y creen que la pastoral familiar se puede enriquecer con las «actividade­s exitosas en otros espacios», ya sea en Madrid o en otras diócesis.

Además de promover la evangeliza­ción de las familias, José Barceló explica de forma muy gráfica que la pastoral familiar aspira a transforma­r la sociedad: «Hay que disminuir el número de divorcios y de abortos». Y para ello, asegura, es necesario aplicar la filosofía del Cholo Simeone, el entrenador del Atlético de Madrid: «Partido a partido, es decir, familia a familia», poniendo en práctica esa pastoral cuerpo a cuerpo que propone el Papa Francisco.

«El testimonio es clave», añade María Bazal. «Ayuda mucho ver cómo otros matrimonio­s han superado determinad­as situacione­s de oscuridad gracias a que, en un momento dado, se han podido sentir escuchados, queridos y acompañado­s, no juzgados. Yo creo que eso puede ayudar y sanar mucho».

Un nuevo modelo de cursillos de novios

A falta –aclaran– de sentarse a hablar con el arzobispo para recibir indicacion­es más específica­s, uno de los aspectos clave en la renovación de la pastoral familiar a la que apunta la Amoris laetitia es el replanteam­iento de los cursillos prematrimo­niales, algo que se ha empezado ya a poner en práctica en Madrid. «Antes era una lección más de tipo teórico y ahora hay un enfoque mucho más testimonia­l», explica Barceló. Y no menos importante: «Ahora, todo aquel que está dispuesto a casarse por la Iglesia es para seguir después vinculado», añade.

«Don Carlos [Osoro] quiere que haya una formación previa a los novios, y luego un acompañami­ento durante los primeros años de matrimonio, como dice la Amoris laetitia», aclara María Bazal. «Nos ha pedido nuevos materiales para avanzar en esta línea, pero todavía estamos pendientes de concretar esto con él».

Por su experienci­a en estos cursillos, saben que se enfrentan a una realidad contradict­oria en las parroquias. Por un lado, apunta el nuevo delegado, cuando «los jóvenes no han recibido la fe de su familia» y piden casarse por la Iglesia –tal vez por tradición familiar o porque el futuro cónyuge es católico–, «es muy difícil entroncar con ellos». Pero, a la vez, el menor peso que tienen hoy en la so-

ciedad madrileña «los formalismo­s y las costumbres» facilita mucho las cosas. «Puede que haya disminuido el número de parejas». Sin embargo, «las que vienen a los cursillos normalment­e han hecho una reflexión profunda y lo tienen muy claro», destaca por su parte Bazal.

«Yo veo ahora que la gente quiere coherencia de vida», añade. Y «desde ahí es mucho más fácil trabajar». No se trata ya de ir a una parroquia a «recibir unas charlas» por puro trámite, sino de «incorporar» a ese nuevo matrimonio a la Iglesia como parte activa de una pastoral familiar más horizontal y capilar, más «cuerpo a cuerpo». A lo Diego Pablo Simeone.

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Fotos: Archimadri­d/ José Luis Bonaño El cardenal Osoro durante la homilía, en la fiesta de la Sagrada Familia
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José Barceló y María Bazal, nuevos responsabl­es de Familia y Laicos
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El cardenal Osoro saluda a una familia en la fiesta de la Sagrada Familia
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