La sorpresa de la muerte
Es curioso que la idea de perpetuidad oscurezca la certeza de la muerte. Siempre que muere una persona querida, no acertamos a preguntarnos el porqué. Nunca encontraremos una razón que justifique desde el punto de vista cristiano el motivo por el que Dios se lleva a un ser querido de nuestra vida. Sin embargo cuando nos preguntamos: ¿para qué?, las respuestas son
mas consoladoras, y con el tiempo comprobamos las causas por las que nuestro ser querido fue llamado por el Señor.
A nosotros Dios nos ha privado de una buena persona, buen marido, buen padre, buen cazador y para colmo buen amigo. Su impronta en el hacer diario deja hueco: su alegría, su sorna, su generosidad, su vehemencia. Comprobaras amigo Horacio que ya estás bastante mejor que nosotros. Eso sí, te avisamos de que hasta el día que nos llame el Señor no te queda más remedio que cuidar de nosotros.