Una para combatir el hambre en Venezuela
▼ Dentro de la reestructuración de sus provincias, los Agustinos Recoletos han puesto en marcha la Red Solidaria Internacional ARCORES. En Venezuela, el primer país donde se ha implantado, el número de proyectos sociales se ha duplicado en año y medio
En la lógica de la evangelización y la caridad, uno más uno no son necesariamente dos. Pueden ser cuatro, o cinco. Por eso, cuando en 2016 los Agustinos Recoletos decidieron reestructurar sus ocho provincias en cuatro –camino que concluyó en otoño–, uno de los primeros pasos que dieron fue crear la Red Solidaria Internacional Agustino Recoleta ARCORES.
«Veníamos trabajando en salud en México, en Perú en saneamiento, en Filipinas en ecología… ARCORES es un esfuerzo de interconexión. Tenemos grandes músicos especialistas en su instrumento –explica Javier Sánchez, director ejecutivo de la red–. Pero queremos funcionar como una orquesta», de forma que las 150 iniciativas sociales de la familia agustino recoleta en 22 países intercambien recursos, estrategias y buenas prácticas; que en ellas se impliquen todas sus obras –conventos masculinos y femenino, parroquias, colegios–, las ramas de jóvenes y seglares, y que además trabajen en red con otras entidades, sean de Iglesia o no.
Esta reestructuración, además de al deseo de revitalizar su carisma y hacer que todas las comunidades sean más evangelizadoras, responde a una necesidad que se constata en el sector social internacional. «Los Objetivos de Desarrollo del Milenio –explica el director ejecutivo– no funcionaron tan bien como podrían porque cada grupo se quedó enclaustrado en el más relacionado con su ámbito. Pero se viene demostrando que la pobreza es cada vez más multifacética y más difícil de abordar atacando un solo aspecto».
Sánchez cree que este error se ha tratado de subsanar en la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, con algunas propuestas que ARCORES asume como propias. Por ejemplo, superar la lógica de donante-receptor, según la cual en los países ricos se aporta dinero que se invierte en regiones en vías de desarrollo. Lo que pretene el equipo técnico internacional de la red solidaria, constituido en diciembre de 2017, es que en cada país donde esté ARCORES haya recaudación de fondos y también acción social directa. Esto implica que en los países desarrollados haya una mirada más atenta a las necesidades cercanas, y también una mayor apuesta por la autofinanciación en entornos menos favorecidos.
El valioso granito de los venezolanos
Este desafío se asumió con todas sus consecuencias en Venezuela, el primer país donde se constituyó una red nacional de ARCORES. Fue en julio de 2017 (antes incluso que el equipo
Más allá de la emergencia
De hecho, esta nueva perspectiva que pide a todas las realidades agustino recoletas que «desarrollen su creatividad para llegar a más personas» ha hecho que se dupliquen las obras sociales de ARCORES. En un año y medio han pasado de doce a 25. «A medida que conocemos casos de necesidad, sobre todo en zonas de extrema pobreza, un equipo técnico los evalúa y destina una partida de dinero. También hay un acompañamiento para que todos respiremos este sentido de servicio a la Iglesia y no nos convirtamos en una simple ONG».
Fray Polo explica que, en un primer momento, se dio prioridad a la ayuda de emergencia, sobre todo alimentaria. Los proyecto estrella en este ámbito son las ollas comunitarias, tres de las cuales están gestionadas por jóvenes. Después se ha intentado mejorar la atención médica, creando o reforzando consultorios y haciendo frente como se puede –sobre todo llevándolos de fuera en el equipaje de personas cercanas– a la falta de medicamentos y las trabas del Gobierno a la ayuda externa.
También se están reforzando los proyectos educativos en las zonas más pobres del país, asegurándose a la vez de que los alumnos reciban al menos desayuno y comida. ARCORES se ha implicado, por último, en la rehabilitación de tres residencias para ancianos sin recursos de las Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús. «Estaban en muy mal estado. Hemos mejorado la asistencia médica, la alimentación y la vestimenta y, ahora, cada centro atiende a más personas».