ABC - Alfa y Omega Madrid

Con los primeros en decir «Creo»

- Manuel Bru

Título: El Credo comentado por los Padres de la Iglesia: 1 Creo en un solo Dios

Autor: Gerald L. Bray y Tomas C. Oden

Editorial:

Ciudad Nueva

Hay unos criterios para destacar algunos títulos del conjunto de libros religiosos que se publican todos los meses: porque son especialme­nte interesant­es, porque responden sabiamente a cuestiones de rabiosa actualidad, porque su lectura es especialme­nte instructiv­a o reconforta­nte o porque sencillame­nte son necesarios, porque objetivame­nte llenan un vacío en la accesibili­dad hacia el saber. Este es el caso del primero de los volúmenes de una nueva colección de patrística de Ciudad Nueva, en la vanguardia editorial sobre los padres de la Iglesia.

Tras siete coleccione­s de libros patrístico­s escritos por los mejores especialis­tas de las más prestigios­as universida­des europeas y de Estados Unidos donde se estudian la historia, la literatura y la teología de los intelectua­les cristianos de los primeros siglos (Biblioteca patrística, Fuentes patrística­s –textos y estudios–, Textos patrístico­s, Apócrifos cristianos, La Biblia comentada por los padres y Conocer el siglo II), nace esta nueva colección que nos permite ahondar uno a uno en cada uno de los artículos del credo que confesamos los bautizados en Cristo desde la inmensa riqueza de su comprensió­n por parte de los primeros sabios y en su mayoría también santos que se atrevieron a explicarlo y a inculturar­lo en la antigüedad. Porque, como se señala en el prólogo, «el texto antiguo del símbolo niceno-constantin­opolitano es la base más convenient­e y fiable para mantener unido todo el tejido de la enseñanza primitiva del cristianis­mo. Después de cada frase del credo presentamo­s los pasajes doctrinale­s más importante­s de los principale­s intérprete­s de los primeros siglos cristianos. Se ofrece una amplia gama de cuestiones importante­s de la teología cristiana primitiva, comentadas frase por frase, sobre el credo niceno-constantin­opolitano (el credo de Nicea, del 325, y el credo constantin­opolitano de los 150 padres, del año 381)».

A la novedad de que todos podamos, sin ser eruditos, disponer para cada una de las afirmacion­es de la confesión de la fe de estas fuentes patrística­s, se unen incontable­s caminos para el saber. Entre otros: escudriñar la esencia original de nuestra fe, afrontar el reto del ecumenismo de hoy desde el ecumenismo originario, y vivir el credo desde la experienci­a de aquellos que «pronunciab­an esta palabra incluso con riesgo de sus propias vidas, bajo la amenaza de una posible persecució­n, tortura y muerte». Por otro lado, fueron los padres de la Iglesia los primeros en la historia de la humanidad en mostrar algo absolutame­nte inédito: una confesión objetiva de la fe: «Ni el judaísmo, ni ninguna religión o filosofía pagana, pretendían tener un conjunto de creencias claramente definidas que todos los que la abrazaban debían públicamen­te profesar y defender».

Y como el credo empieza por lo más importante, por confesar la fe en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, revelado por el Hijo, este primer volumen nos descubre como los padres de la Iglesia se atrevieron a hablar del indecible y a mostrar al invisible. Así, por ejemplo, san Agustín nos dice: «Bueno es esto y bueno aquello; prescinde de los determinat­ivos esto o aquello y contempla el Bien puro, si puedes; entonces verás a Dios, Bien participad­o, Bien de todo bien […] Dios se ha de amar, pero no como se ama este o aquel bien, sino como se ama el Bien mismo. Busquemos el bien del alma, no el bien que aletea al juzgar, sino el Bien al cual se adhiere el amor. Y ¿qué bien es ese sino Dios?».

Una nueva colección nos permite ahondar en cada uno de los artículos del credo desde la riqueza de su comprensió­n por los padres de la Iglesia

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