El Vaticano, rumbo a las Olimpiadas
El sacerdote español Melchor Sánchez de Toca es el artífice de la asociación Athletica Vaticana, que participará en competiciones internacionales para promover los valores sociales y educativos del deporte.
▼ Un «monseñor loco», pero loco de los buenos. Apasionado de maratones y carreras de fondo. Se llama Melchor Sánchez de Toca y es español. Subsecretario del Pontificio Consejo para la Cultura, es el hombre detrás del sueño vaticano en los Juegos Olímpicos. Junto a otros empleados de la Santa Sede, acaba de fundar la primera asociación deportiva oficialmente reconocida dentro del Estado Pontificio. Sus integrantes podrán participar en competencias de la Federación Italiana de Atlética Ligera y, por qué no, algún día desfilar con la bandera papal en la inauguración de unos Juegos Olímpicos.
El apelativo de «loco» se lo puso Giovanni Malagò, el presidente del Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI). Homenaje a la tenacidad gracias a la cual vio la luz Athletica Vaticana, una asociación privada de fieles que reúne a atletas amateur salidos de las oficinas de la curia romana. Empleados y empleadas de la farmacia, el correo, los museos, la Fábrica de San Pedro, los talleres de mantenimiento, el diario L’Osservatore Romano y otros dicasterios. Además de guardias suizos, bomberos y gendarmes vaticanos.
La aventura inició poco más de dos años atrás, casi de manera casual. Trabajadores pontificios se reunían para compartir la pasión por el deporte. Hoy se les llama runners. Comenzaron a entrenarse juntos, después del trabajo. Corrían por la plaza de San Pedro y las inmediaciones. Compartían un espíritu de fe y el orgullo del servir al Papa. Poco después quisieron formalizar sus actividades y, para ello, buscaron al Pontificio Consejo de la Cultura.
En pocos meses, una inquietud informal se convirtió en el motor para promover todo un proyecto de promoción del deporte en ese organismo vaticano. De la mano de Melchor Sánchez de Toca, quien es también responsable de la oficina de deporte del consejo, dio sus primeros pasos Athletica Vaticana. No solo con entrenamientos técnicos cotidianos, sino también con participación oficial en maratones y carreras. Todo esto acompañado por iniciativas solidarias y espirituales, como la organización de la Misa del Maratonista.
Rápidamente, la iniciativa se hizo popular. Entonces, sus miembros dieron un paso nunca antes dado: pidieron un reconocimiento oficial al Vaticano. Y lo lograron. El 6 de septiembre de 2018 se constituyeron como una asociación privada de fieles, creada «desde abajo». A finales de 2018, ese organismo fue reconocido por la Secretaría de Estado y quedó inscrita en el registro de los entes jurídicos vaticanos.
Pero antes, durante el verano, la Santa Sede y el CONI firmaron un acuerdo marco de colaboración. Por eso, a partir del 1 de enero pasado, Athletica Vaticana quedó inscrita oficialmente en la Federación Italiana de Atletismo Ligero. Gracias a ello, sus integrantes pueden participar formalmente en las competiciones con los deportistas italianos. El acuerdo con el comité olímpico abre ahora la posibilidad para que otras asociaciones deportivas pontificias se inscriban en las respectivas federaciones italianas.
«Así abrimos la puerta a otros que vengan detrás. El primer deporte en orden de importancia es el futbol, que tiene una tradición de decenios en el Vaticano pero que nunca había obtenido un reconocimiento jurídico. Después sabemos del interés de muchos en el ciclismo y también en los deportes invernales, considerando la
gran cantidad de suizos que hay. Esto permitirá crear una serie de grupos deportivos que después habrá que coordinar», explica Sánchez de Toca.
Sin poner demasiado acento en lo histórico del paso dado, al recibir el reconocimiento oficial, el subsecretario español prefiere orientar las miradas en otros, como Giampaolo Mattei, vicepresidente de Athletica Vaticana y, a decir de Sánchez, la verdadera «alma» de todo el proyecto.
Un mensaje alternativo a la mercantilización del deporte
La primera asociación pontificia ya ha recibido el aval del mundo deportivo italiano. Y ya se prepara un acuerdo formal con el Comité Paralímpico que tendrá, sobre todo, un valor «estrictamente simbólico», porque servirá para mandar un mensaje a toda la Iglesia, sobre la necesidad de integrar la vida de fe con el deporte.
«En cuanto a las discapacidades, no hay muchos empleados con problemas y esto es significativo, lo que queremos hacer es un proyecto cultural para sensibilizar hacia las personas con discapacidades físicas y superar las famosas barreras arquitectónicas, ya que el Vaticano está lleno de ellas por motivos históricos», establece.
Además, se prevén entrenamientos conjuntos de atletas papales y paralímpicos, e incluso algunos de los primeros podrían actuar como voluntarios para correr junto a personas ciegas, a quienes guiarían durante las competiciones.
Aunque no sea su objetivo principal, en cierto sentido el equipo de atletismo se presentará con un mensaje alternativo al mercantilismo y la búsqueda del éxito a toda costa en el deporte. «El Papa Francisco ha insistido mucho en la importancia del deporte amateur, practicado por el puro placer de practicarlo, sin ningún tipo de interés comercial ni ambición de ganar medallas. De los muchos deportes el atletismo es, quizás, el que requiere menos equipo: unas zapatillas deportivas», recuerda Sánchez de Toca.
La idea de fondo, aclara, no es despojar de competitividad al deporte, porque hacer todo lo posible por vencer al oponente es parte de la dinámica del juego y eso es correcto, pero a la vez es malo querer obtener resultados a cualquier precio, incluso al precio de la propia salud, por ejemplo utilizando sustancias dopantes, haciendo trampas, corrompiendo a árbitros o a jugadores del otro equipo.
La mercantilización del deporte y la búsqueda de la victoria sin importar los medios son fenómenos que han hecho perder al deporte la alegría y el gozo de practicarlo simplemente porque sí. Pero eso es esencial al juego, de ahí la urgencia de poner el deporte al servicio de la persona humana, pondera.