ABC - Alfa y Omega Madrid

Taizé anima a continuar lo vivido en el Encuentro Europeo

«En un mundo marcado por la división y el miedo, es posible vivir de otra manera. No podemos quedarnos como antes», pidió uno de los hermanos organizado­res durante la acción de gracias del sábado en la catedral

- M. M. L.

«Laudate, omnes gentes, laudate Dominum». «Alabad al Señor, todas las naciones». El último canto de Taizé aún sonaba cuando los hermanos de la comunidad y los voluntario­s todavía presentes en Madrid, junto con el cardenal arzobispo, Carlos Osoro, se levantaron para salir de la catedral de la Almudena el sábado por la noche.

Entonces, espontánea­mente, los feligreses que abarrotaba­n la catedral rompieron a aplaudir. Tras la breve distracció­n, siguió el canto de alabanza y acción de gracias por el Encuentro Europeo de Jóvenes celebrado en la capital del 28 de diciembre al 1 de enero. En los bancos había muchas personas mayores que acogieron a jóvenes en sus casas. Desde que terminó la cita, los organizado­res han resaltado con frecuencia la generosida­d de estas personas, que se atrevieron a acoger sin hablar ningún idioma y viviendo muchas de ellas solas.

Pero también acudieron a la oración jóvenes, como Jonathan y Laura, de la parroquia de San Fulgencio, e Isabel. La familia de esta acogió a varios peregrinos y ella reconoció durante los testimonio­s finales que «nunca antes había empezado el año con tanta energía». Los primeros, que durante el encuentro fueron «secretario­s, camareros, transporti­stas…», destacaron sobre todo «el entusiasmo [de los participan­tes] ante cualquier cosa que se les proponía» y que, en las oraciones en IFEMA, «tantas personas juntas hicieran silencio para escuchar solo a una: Jesús».

Comunión con todos

Sin embargo, la Comunidad de Taizé no quiere –subrayó el hermano John, uno de los responsabl­es de la organizaci­ón del encuentro– que a los madrileños solo les quede «un buen recuerdo de un evento del pasado. Lo más importante es que hemos visto, oído y tocado que en un mundo marcado por la división y el miedo, es posible vivir de otra manera. No podemos quedarnos como antes. La Iglesia puede ser un lugar de amistad, de comunión con todos. Incluso con las personas con las que no estamos de acuerdo podemos caminar juntos».

Una de las propuestas que se baraja para ello –adelantó el hermano Cristian– es dar continuida­d a la oración al estilo de Taizé que ha estado teniendo lugar todos los lunes, desde octubre, en la sede de la Delegación de Infancia y Juventud, en la parroquia de San Juan de la Cruz.

El cardenal Osoro, agradeció a las familias haber participad­o en la acogida. «Abrir la propia casa –subrayó– es signo de la hospitalid­ad a Dios. En la medida en que lo acogemos a Él tenemos la capacidad para poder abrir nuestra vida, lo poco o lo mucho que tengamos, a los demás». El arzobispo expresó también su gratitud a la Comunidad de Taizé. «Nos habéis dejado más de lo que habéis podido percibir», subrayó, destacando cómo «esta Iglesia que peregrina en Madrid se ha visto sorprendid­a por Dios a través de la Comunidad de Taizé». Durante el encuentro «hemos conocido más a Dios, porque nos hemos encontrado con Jesucristo, que nos revela cómo es Dios y cómo es el ser humano. Él me dice que puedo ser feliz si abro mi vida a Dios y al hermano».

 ?? María Martínez López ?? Mariló, una madre de familia que acogió a nueve peregrinos, comparte su testimonio el sábado en la catedral
María Martínez López Mariló, una madre de familia que acogió a nueve peregrinos, comparte su testimonio el sábado en la catedral

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