«Seremos mucho más eficaces cuanto más estemos realmente unidos en las cosas esenciales.
Debemos tener unidad con el Papa y adhesión a su enseñanza, que se debe traducir en actitudes de compartir su pensamiento y su dirección»
hasta el sábado 15 y que incluyeron una imprevista Misa de exequias que Francisco encabezó en la basílica de San Pedro para despedir a León Kalenga, el embajador vaticano en Argentina que falleció en Roma justo antes del encuentro.
Estas reuniones ya se convirtieron en tradición. Eran un viejo reclamo de los nuncios, desde tiempos de Benedicto XVI. La primera tuvo lugar en junio de 2013, la segunda en 2016. Instauradas cada tres años por el Papa argentino, quien ha demostrado así su interés explícito por la diplomacia vaticana, a pesar de que él mismo proviene de una experiencia pastoral totalmente distinta.
Interés manifestado también con la inédita creación, a finales de 2017, de la Tercera Sección en la Secretaría de Estado, dedicada exclusivamente a los nuncios apostólicos y sus necesidades. Y, además, con las visitas (en su mayoría privadas) que el Papa ha realizado a las instalaciones de la Pontificia Academia Eclesiástica, el centro de formación de los futuros nuncios ubicada en el corazón de Roma, a pocos pasos del famoso Panteón. Francisco ha aprovechado esos encuentros para insistir en la congruencia y la preparación necesaria para desarrollar ese delicado papel.
«Creo que el Santo Padre está muy abierto y bien dispuesto a recibir comentarios, observaciones, reflexiones sobre las diversas cuestiones. Al mismo tiempo nosotros debemos buscar mantener la unidad, que es la condición para la eficacia de nuestra acción en el mundo. Seremos mucho más eficaces cuanto más estemos realmente unidos en las cosas esenciales. Por ello, sobre todo como representantes pontificios, debemos tener esta unidad con el Papa y esta adhesión a su enseñanza que se debe traducir más concretamente en actitudes de compartir su pensamiento y su dirección», explicó Parolin.
Y apuntó: «Estamos abiertos a recibir todo el empuje y también correcciones que nos puedan servir para mejorar de verdad nuestro servicio, porque queremos dar un servicio cada vez más grande a la Iglesia, al Papa y a los hombres. Por lo tanto, los llamamientos del discurso del Santo Padre deben ser leídos en este sentido positivo. Me parece que así han sido acogidos y vividos por los participantes».