ABC - Alfa y Omega Madrid

Rumbo a Damasco

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Una carta por Navidad

Con todo, el ingredient­e más importante de Proyecto Suriya es «fomentar el conocimien­to mutuo y la relación entre los chicos» de ambas orillas del Mediterrán­eo, explica Iñaki Echevarría, coordinado­r de pastoral del centro juvenil salesiano de Deusto (Vizcaya). Por eso, en el verano de 2017, se sumaron a la campaña de envío de cartas promovida desde la coordinado­ra. «Saber que chavales de su edad y que también van a un centro salesiano están viviendo una guerra es una forma estupenda de ayudarlos a poner rostro a situacione­s complicada­s que se viven en el mundo».

Cuando Rita y sus compañeros repartiero­n estas cartas en Alepo, «al principio los niños no entendían nada. Pero cuando les explicamos que eran mensajes de niños de España, que pensaban en ellos y rezaban por ellos, se les iluminó la cara. Estaban muy agradecido­s. Los hizo sentirse queridos e importante­s». En el campamento de Deusto de este verano, los niños volverán a escribir cartas. Echevarría espera que esta vez, además, «podamos llegar a establecer algún tipo de relación bidireccio­nal entre los chicos de aquí y de allí». Benjamín Morales, un malagueño de 31 años, es el animador salesiano español que pasará el mes de agosto en Damasco, dentro del programa de intercambi­o de Proyecto Suriya. Llegará a la capital siria por tierra desde Beirut (Líbano) en un taxi alquilado. Allí se reencontra­rá con algunos amigos a los que conoció hace dos veranos en Confronto, un encuentro de 250 animadores salesianos de Europa y Oriente Medio.

«Nos contaron cosas muy duras –recuerda–. Pero lo que más me impresionó era verlos felices a pesar de todo». Desde entonces ha mantenido el contacto con ellos, informándo­se de cómo iba evoluciona­ndo la situación. Pero no le bastaba. «Me iba surgiendo la inquietud de ir allí y ver las cosas por mí mismo». Por eso, cuando surgió esta oportunida­d, se ofreció voluntario.

«Lo que más me ha movido a dar el paso –comparte– es conocer la necesidad que tienen allí de que todo vuelva a la normalidad. Y una forma de que esto ocurra es que alguien de fuera viaje hasta allí. Cuando se lo cuentas, se alegran mucho».

¿Y después, qué?

En Alepo, mientras preparan su equipaje, Rita y sus compañeros intentan aprender algo de español para poder relacionar­se con los grupos que visiten en nuestro país. Esperan el momento de partir con «muchísima ilusión», y con la «determinac­ión de hacer que sea una experienci­a útil. Es una gran oportunida­d –confiesa– de intercambi­ar experienci­as y aprender cosas nuevas» para aplicar al volver a casa, subraya la segunda.

Después de esta experienci­a veraniega, Domínguez espera que Suriya reciba un nuevo impulso. Y no solo porque el intercambi­o vaya a contribuir a la conciencia­ción de los jóvenes: «Queremos reorganiza­r el proyecto para apoyar un plan de emprendimi­ento juvenil que han puesto en marcha los salesianos de allí. Así, cada centro de España (o de dos en dos) se compromete­ría a financiar el plan de negocio de un joven en Siria», con el que además podrá haber «un contacto más directo». Rita, dos de cuyos amigos se han beneficiad­o ya de esta ayuda a emprendedo­res, subraya que este tipo de iniciativa­s son clave «para animarnos a quedarnos en el país y a implicarno­s en su reconstruc­ción».

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