ABC - Alfa y Omega Madrid

«¿Cómo quieren que nos lavemos las manos?»

- María Martínez López

A día de hoy, «no hay un plan de emergencia» si el COVID-19 llega al campo de refugiados de Moria, en Lesbos, donde se hacinan 20.000 personas. Solo está previsto «cerrar el campo. Sería un desastre humanitari­o» que se lleva incubando años, advierten desde Médicos Sin Fronteras

Para luchar contra la pandemia de COVID-19 «se han cancelado los encuentros multitudin­arios. Pero Moria es una multitud las 24 horas del día». Peter Casaer, portavoz de Médicos Sin Fronteras (MSF), habla con calma a pesar de lo tenso de la situación en este campo de refugiados de la isla griega de Lesbos, diseñado en su día para 3.000 personas y en el que ahora se hacinan más de 20.000. La ONG ha hecho saltar la voz de alarma: si el coronaviru­s llega a semejante aglomeraci­ón humana, sería «una catástrofe».

De momento, la entidad ha redistribu­ido sus barracones para permitir mayor distancia entre las personas e incluir en la primera acogida la detección de síntomas de la nueva enfermedad. También están en continuas conversaci­ones con las autoridade­s sanitarias locales. De momento, el protocolo oficial determina que los casos sospechoso­s se aíslen en el hospital de Mitilene, la capital, mientras las pruebas se procesan en Atenas. Pero ese hospital, preparado para apenas 86.000 habitantes, sería incapaz de responder si hubiera que hacer 100 o 200 pruebas al día y aislar a los enfermos, ya sean solicitant­es de asilo o locales.

Si la pandemia llega a Moria, «lo único que se ha anunciado es que intentarán cerrarlo del todo», como ya se ha hecho de forma preventiva en las islas de Leros y Kos. «A día de hoy no hay un plan de emergencia» para prevenir y detectar los contagios y aislar y tratar a los enfermos, incluidos los más graves. Más allá de las dos consultas médicas oficiales y de los tres médicos de MSF, a Casaer no le consta que ahora mismo haya más personal sanitario. En estas condicione­s, «confinar el campo ante un brote sin tener una respuesta médica sería un desastre humanitari­o».

«La gente tiene miedo», comparte el portavoz de MSF. De momento, en el campo se ha restringid­o la labor de las ONG no esenciales y solo puede salir del mismo una persona por familia para hacer compras indispensa­bles. «Se habló de poner vallas», pero se rechazó la idea.

Una «bomba de relojería»

A estas escasas medidas se suma una campaña de conciencia­ción que roza lo surrealist­a. «Por los altavoces, que no se oyen desde todos los sitios, se pide que te quedes dentro (por no decir “en casa”), que no te muevas mucho, que te laves las manos con frecuencia...», relata Casaer. Miembros de MSF recorren el campo explicando, cara a cara y en distintos idiomas, el mismo mensaje. Y se tragan la frustració­n de no poder dar respuesta a las preguntas airadas de la gente: «“¿Cómo me voy a lavar las manos si no hay jabón y tengo que caminar 15 minutos y hacer cola durante horas rodeado de más gente?”. En algunas partes del campo no hay duchas ni agua; en otras, un solo grifo para 1.300 personas», un inodoro para 167 o una ducha para 242... «Hay familias viviendo en dos metros cuadrados bajo plásticos, ¿cómo se van a aislar si tienen síntomas? ¡Es imposible!».

Para la entidad humanitari­a, la única solución realista es evacuar el campo, «empezando por los más vulnerable­s». No es una reivindica­ción nueva. «Llevamos años pidiendo que se vacíe. Esto es una bomba de relojería, cualquier epidemia se puede expandir como el fuego», sin importar sus esfuerzos por realizar campañas de vacu

personas se concentran en condicione­s insalubres en los campos de las islas griegas de Lesbos, Samos, Quíos, Leros y Kos

El cardenal Jean-Claude Hollerich, presidente de la Comisión de las Conferenci­as Episcopale­s de la Comunidad Europea (COMECE) y arzobispo de Luxemburgo, espera que el miedo al COVID-19 anime a tomar medidas para solucionar el hacinamien­to y bloqueo de la situación en Grecia... pero teme que no será así.

¿Qué responsabi­lidad tiene la UE en la situación en las islas griegas?

Es una deshonra y una vergüenza para Europa. Me causa una impresión muy negativa que la UE inmediatam­ente da dinero para proteger las fronteras, pero no puede hacer nada sobre el terreno por esa gente. Contradice totalmente los valores europeos. No veo mucha diferencia con el muro de Trump.

Una situación relacionad­a con el acuerdo de 2016 con Turquía.

Se critica que Turquía use a los refugiados como instrument­o político. Sin embargo, lo hemos hecho posible nosotros. Se parece a cuando los padres dan dinero a sus hijos para que no les molesten. Nosotros, para que no nos molesten los refugiados. Entiendo que debe haber una entrada controlada a Europa y que la gente puede estar en Turquía un tiempo; mejor allí que en Libia. Pero que se vea a los refugiados como un problema y no como personas que nos piden ayuda es un error terrible. También el buen samaritano dio dinero al dueño de la posada para que asistiera al hombre herido. Pero luego volvió y asumió su cuidado.

¿Qué lectura hace de los episodios de violencia en Lesbos?

Puedo comprender a la gente de Mitilene. Los refugiados son muy numerosos, y en los campos la mayoría de gente es buena, pero también puede haber quien cause problemas. Pero es imposible justificar estos ataques contra los refugiados o los periodista­s. Con todo, en vez de señalar a esos atacantes con el dedo, debemos preguntarn­os si los hemos ayudado. ¿Dónde está la solidarida­d de Europa con Lesbos?

¿Cree que la amenaza del COVID-19 en el campo será un acicate para resolver esta emergencia humanitari­a?

Ojalá. Esta enfermedad debería abrirnos a la solidarida­d hacia todos los que sufren. Pero a veces nuestra miseria nos hace aislarnos y no vemos que hay gente con una miseria y un peligro mucho mayor. Rezo para que mucha gente en Europa responda abriendo su corazón a la gente que sufre en los campos de refugiados de Grecia. Pero me temo que la realidad será más dura. Tenemos que estar atentos y denunciar lo que ocurra.

Más allá de la toma de medidas urgentes, ¿cuáles son las soluciones a largo plazo?

Solo veo los corredores humanitari­os. Estas iniciativa­s permiten a Europa elegir a los más débiles. He estado hablando mucho por teléfono con el ministro de Exteriores de Luxemburgo. Nuestro país estaba dispuesto a acoger a diez menores y mujeres jóvenes. Pero ahora por la crisis del COVID-19 no se puede hacer (la capacidad de acogida está completa y se teme que haya un brote en las institucio­nes para solicitant­es de asilo). El ministro está sufriendo por ello. Lo entiendo, pero lo siento mucho. Esos chicos y chicas jóvenes tienen el mismo derecho a ser felices que el resto.

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AFP / Manolis Lagoutaris

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