«No estáis solos»
¿Qué mensaje lanza la Iglesia a tantas personas que están sirviendo a la sociedad ahora?
No estáis solos. Os acompañamos con nuestra cercanía y afecto. Os acompañamos también con nuestra oración. Gracias de todo corazón.
A los poderes públicos…
Gracias por vuestro enorme esfuerzo en atender esta emergencia producida por la pandemia del coronavirus. Soy consciente de que no siempre es fácil tomar decisiones impopulares pero, a veces, lo exige el bien común de todos los ciudadanos. Hoy, más que nunca, las autoridades necesitáis de nuestra oración intensa para que el Señor os ilumine y os dé la necesaria serenidad para tomar las decisiones que sean oportunas.
A los trabajadores de los centros sanitarios y farmacéuticos…
Quiero agradecer de todo corazón la labor inmensa que estáis realizando tantos médicos, enfermeros, farmacéuticos, auxiliares y personal administrativo y de limpieza de los centros hospitalarios. Vosotros estáis regalando todo vuestro saber, vuestra energía y vuestro tiempo por atender a nuestros hermanos y hermanas enfermos. Lo hacéis conociendo el riesgo de contagio de este virus. Algunos de vosotros os habéis infectado durante vuestra atención a los contagiados. Gracias por todo este servicio y por el amor con el que atendéis a los enfermos y acompañantes.
A los contagiados por el virus y a los que estáis en cuarentena…
Vosotros estáis siendo los primeros en padecer los efectos de este virus. Nos dicen los expertos que tarde o temprano muchos de nosotros pasaremos este mismo proceso. Gracias por vuestro testimonio de entereza, gracias por vuestros detalles con las personas que os atienden y cuidan de vosotros con tanta entrega generosa. Gracias por poner todo lo que está de vuestra parte para evitar nuevos contagios. Todos vosotros estáis presentes en nuestras oraciones, pedimos por vuestra pronta recuperación.
A otros os toca pasar por la incertidumbre de la cuarentena. No os encontráis mal, pero os toca seguir estas medidas de prevención. Gracias por vuestra paciencia. Aunque no os lo parezca, puede ser un tiempo ideal de retiro personal y espiritual. Vais a tener tiempo libre. Que no os roben todo el tiempo las tecnologías. Sí, dedicad tiempo para pensar, para repasar vuestra vida, para pensar hacia dónde y cómo queréis orientar el resto de vuestras vidas en este mundo, a la espera del encuentro definitivo con Dios.
A las personas de riesgo: mayores, niños y enfermos crónicos…
Este tiempo de incertidumbre puede ser para vosotros de una mayor preocupación y angustia al ser conscientes de vuestra fragilidad. Debéis saber que no estáis solos, que contáis con nuestra oración y con la cercanía atenta de todos los fieles de esta diócesis. No dejéis de pedirnos ayuda, atención, escucha, etc.
Por favor, os pido que sigáis con atención y responsabilidad todos los consejos e indicaciones de nuestras autoridades. Ellos velan por todos nosotros y, de una manera particular, por cada uno de vosotros. Os invito encarecidamente a quedaros en casa y a participar en la Misa diaria o dominical a través de la televisión o de la radio.
Los niños y niñas seguro que os habéis dado cuenta de que vivimos un momento singular. Pueden parecer unas vacaciones, pero bien sabéis que se trata de un tiempo que va a poner a prueba vuestra paciencia. Puede ser un tiempo ideal para dejar que crezca vuestra creatividad. Os pido que ayudéis mucho a vuestros papás y mamás. Ellos necesitan de vuestra colaboración. La mejor manera es que seáis obedientes, que les ayudéis en las tareas de la casa, que sepáis distinguir los momentos de hacer deberes de los de jugar. Y, en estos días, que, seguro que van a ser bastante largos, no os olvidéis de Jesús y de la Virgen María. En familia y personalmente rezad, hablad con Dios, confiaos a los ángeles de la guarda.
A los padres y madres y a los profesores…
No siempre somos conscientes de la hermosa labor de los padres que cuidan y educan a sus hijos. Gracias por la entrega generosa que tenéis hacia los hijos. Ellos son el futuro de la sociedad y de la Iglesia. A pesar de que a veces os toca sufrir, los hijos son la alegría de padres y abuelos. Son un regalo que Dios os confía.
Estos van a ser tiempos de roces y de pasar mucho tiempo juntos. No va a ser fácil, pero os animo a seguir educando a vuestros hijos, no abandonéis esa misión tan hermosa que, en primer lugar, os corresponde a vosotros en beneficio de toda la sociedad. ¡Cuánto debemos a nuestros padres y abuelos! Este tiempo que nos toca vivir es también una gran oportunidad para el diálogo profundo en familia, para repensar nuestros esquemas de valores. Pidamos a Dios que os ilumine y que os guarde siempre en su paz.
Y agradezco también a los profesores la paciente y exigente labor de formar a los alumnos. Seguid haciendo este apasionante trabajo en conexión directa con los padres. Esta crisis a buen seguro va a generar muchas preguntas profundas en nuestros niños y jóvenes. Será una gran oportunidad para ir a fondo, para promover los valores humanos, éticos y espirituales. Recordadles que no consiste todo en saber mucho para ganar mucho dinero. Ayudadles a descubrir los valores de la solidaridad, de la fraternidad, de la convivencia, de la tolerancia y del respeto a la diversidad.
A los presbíteros, diáconos, consagrados, consagradas y agentes de pastoral…
Gracias por la labor impresionante que realizáis en las distintas parroquias, lugares de culto, en los distintos ámbitos de la pastoral. También a vosotros os preocupa la situación que estamos viviendo por causa de esta pandemia.
Procurad estar cerca de quienes sufren y lo pasan mal, aunque solo sea porque sienten la soledad y la angustia del contagio de la enfermedad. Estad disponibles en todo momento para acoger y atender a todos. A veces basta simplemente escuchar, dar una palabra de consuelo y de ánimo. Durante estos días, aprovechad de una manera particular el teléfono, internet y las nuevas tecnologías para estar muy cerca de vuestros feligreses.
A los trabajadores de supermercados y de servicios de limpieza…
Compartimos vuestra preocupación y vuestros miedos. Pedimos con vosotros y por vosotros para que no os falte lo necesario para vivir y que podamos salir pronto de esta situación de angustia y dolor. ¡Qué el Señor os bendiga, os guarde y os conceda a todos su paz!
Por último, no quiero olvidar a tantísimos autónomos y pequeños empresarios que afrontan esta situación con tanta inseguridad y preocupación. Recemos por ellos, demos a conocer su situación a las autoridades y ayudémosles en lo que esté en nuestras manos.