Setsuko Thurlow superviviente
El 6 de agosto de 1945 Setsuko Thurlow y sus compañeras, todas en torno a los 15 años, se estrenaban como descifradoras de códigos para el Ejército de Japón. A las 8:15 horas «vi un tremendo flash por la ventana y supe que mi cuerpo estaba volando». Comprendió que había sido Estados Unidos. Un ataque muy diferente. Ella tuvo suerte: solo sufrió heridas por el derrumbe del edificio. A 300 compañeros de su colegio los habían mandado a trabajar en las obras del centro de la ciudad. Hubo personas que «simplemente se vaporizaron» por los más de 3.000 ºC que alcanzó la zona. Otros «quedaron carbonizados. Una compañera que sobrevivió nos contó que, arrastrándose, formaron un círculo y empezaron a cantar himnos. Uno a uno fueron derrumbándose y muriendo».
En diciembre de 2017, Thurlow recogió el Premio Nobel de la Paz en nombre de la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN), principal artífice del tratado para su prohibición. También participa en encuentros promovidos por Justicia y Paz y otras entidades de Iglesia para sensibilizar sobre el horror nuclear. No acabó ahí, ni con los heridos que llegaban por miles a las afueras, con «la piel y la carne cayéndoseles» y suplicando agua. «Una semana después mis tíos, sin daños visibles, se pusieron muy enfermos, vomitaban y les salieron manchas moradas por todo el cuerpo. Al poco, murieron». La radiación siguió siendo un asesino invisible durante mucho tiempo.