Una vacuna gratuita y para todos
En pocas ocasiones las noticias relacionadas con el hallazgo de una vacuna han tenido una expectación tan alta como ahora. Grupos de científicos de varios países trabajan sin descanso para lograr cuanto antes una inmunización eficaz que acabe con la pandemia. Pero a la carrera científica se suma la preocupación de los países más pobres por quedar excluidos de sus beneficios. Por eso desde el Vaticano la reclamación es clara: la vacuna tiene que ser un derecho humano universal. «Las dimensiones públicas de la investigación no pueden ser sacrificadas en el altar del beneficio privado», señalan desde la Pontificia Academia para la Vida en Humana communitas.
El organismo dedicado a la defensa de la vida acentúa la importancia de pensar y apoyar sobre todo «las necesidades y preocupaciones de los países menos adelantados, que se enfrentan a una catástrofe sin precedentes». Asimismo, incide en el concepto de solidaridad que debe fraguarse a través de la cooperación internacional. En este contexto, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) ocupa un lugar privilegiado. El documento advierte de «la estrechez de miras de los intereses nacionales» que ha llevado a muchos países a «reivindicar para sí mismos una política de independencia y aislamiento del resto del mundo, como si se pudiera hacer frente a una pandemia sin una estrategia mundial coordinada». Por eso, para el Vaticano «esta crisis pone de relieve lo mucho que se necesita una organización internacional de alcance mundial, que incluya específicamente las necesidades de los países menos adelantados».