«La alegría humaniza la asistencia al paciente»
mundo. Yo le hice gracia porque, como había que darle la medicación con jarabes y emulsiones, cada una de un color, yo bromeaba y se las comparaba con distintas marcas de bebida: «Mira, esta es como el ron; aquí te traigo crema de güisqui…». La noche que falleció me dijo: «Mira, me traes el último chupito». A través del humor nos reencontramos con una persona preciosa que no conocíamos.
Recuerdo también a otro paciente que era muy aficionado al fútbol, y bromeábamos diciendo que ojalá cuando llegara al cielo los ángeles le recibieran con camisetas del Atleti.
¿Cómo se puede encontrar ese punto de alegría en la adversidad, en circunstancias como las que estamos viviendo?
La alegría no se puede transmitir si uno no es capaz de encontrarla dentro de uno mismo. Para poder encontrar alegría hay que encontrar un punto de trascendencia dentro del cuidado asistencial, apoyado también en aspectos psicológicos, porque son emociones primarias. Tiene una parte centrada en la espiritualidad, pero no es espiritualidad solamente. En el caso de los profesionales, debemos ser conscientes de que todo paciente mantiene en su interior esta capacidad, pero está dormida. Poder arrancar una sonrisa es una necesidad, y también una responsabilidad para los cuidados de calidad.
Para encontrar alegría, necesitamos esperanza, que se traduce en la alegría que viene de encontrarse con el otro. Pero debemos evitar la dictadura de la felicidad, porque en esta sociedad vivimos mucho para la imagen, el estereotipo. La alegría debe ser coherente.
La alegría nace del encuentro. La alegría sin entendimiento es vana. Se expresa con sonrisas, con agradecimientos…. Alegría no es solo reír a carcajadas, sino mirar a los ojos a una persona y saber que está para ti.
¿La sonrisa se puede educar?
En mi familia siempre me han enseñado que la sonrisa es un acto de amor. Todos hablamos un lenguaje universal centrado en la alegría, pero vivimos en una sociedad abocada en la amargura. Siempre hay momentos de complicidad, anécdotas familiares… la vivencia clínica te enseña mucho, pero hay que saber del otro, individualizar, no generalizar. El lenguaje basado en el amor tiene como lema el uso del humor.