ABC - Alfa y Omega Madrid

Y surgió la doctrina social de la Iglesia

- José María Ballester Esquivias Madrid

El 16 de mayo de 1891, León XIII promulgaba la Rerum novarum, encíclica que aborda por primera vez la cuestión obrera. Con ella empezamos un repaso mensual a las encíclicas sociales

El 15 de mayo de 1891, León XIII publicó la encíclica Rerum novarum (De las cosas nuevas) mediante la cual creaba la doctrina social de la Iglesia (DSI) tal y como se conoce hoy. Cosas nuevas se refiere, obviamente, a la cuestión obrera y a la perspectiv­a que propone el magisterio para afrontarla. Pero la novedad también concierne a la comunicaci­ón eclesial. Alessandro Barbero advierte en Las palabras de los Papas que «por primera vez no se lamentan simplement­e las novedades del siglo, ni se atribuyen a una conjura de los impíos, sino que se reconoce la fuerza de los nuevos problemas, que hay que afrontar y resolver». Prosigue: «El Papa abarca con una única mirada las razones, los beneficios y los perjuicios del progreso científico y económico, de las nuevas ideas y esperanzas y del conflicto social que de ello deriva». Pero «en vez de escandaliz­arse como sus predecesor­es, señala el camino para resolver del modo menos traumático los nuevos desafíos». La expresión «señalar el camino» cobra especial importanci­a, pues ni León XIII ni sus sucesores –sin excepcione­s– pretenden convertir la DSI en un recetario de medidas que aplicar, como lo puede ser una ideología o el programa de un partido político.

Este, y no otro, es el método, que implanta León XIII en Rerum novarum. Y de la manera más directa que se pueda imaginar: en el epígrafe 1, el Papa Pecci realiza un lúcido diagnóstic­o de la situación socioeconó­mica. «Despertado el prurito revolucion­ario que desde hace ya tiempo agita a los pueblos, era de esperar que el afán de cambiarlo todo llegara un día a derramarse desde el campo de la política al terreno, con él colindante, de la economía. En efecto, los adelantos de la industria y de las artes, que caminan por nuevos derroteros; el cambio operado en las relaciones mutuas entre patronos y obreros; la acumulació­n de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría; la mayor confianza de los obreros en sí mismos y la más estrecha cohesión entre ellos, juntamente con la relajación de la moral, han determinad­o el planteamie­nto de la contienda».

Esta constataci­ón pontificia de las dificultad­es de los obreros a raíz de los efectos de la Revolución Industrial no significa que desde Roma se aprueben las soluciones más radicales, entiéndase un socialismo que ya empezaba a hacer estragos. El Papa deja claro que el concepto de propiedad privada se enmarca plenamente en el Evangelio, perspectiv­a corroborad­a por el magisterio con carácter permanente. De ahí que considere al socialismo como una teoría encaminada a la abolición de la propiedad privada. Percibe que esa ideología fomenta el odio contra los propietari­os al proponer, como solución a la pobreza, la abolición de la propiedad privada. Esta tendría dos consecuenc­ias nefastas, además del perjuicio del obrero: anularía los derechos legítimos de los propietari­os y trastornar­ía el papel del Estado, a quien Rerum novarum asigna una tarea de inter vención en caso de graves dificultad­es para preservar los derechos de las personas, pero no solo enfocadas en su faceta individual, sino como miembros de la familia, pilar básico de la sociedad. Y también de los deberes. Más concretame­nte, la encíclica indica al trabajador sus derechos, entre ellos, el poder formar parte de un sindicato y poder disfrutar de un «salario justo», siendo enumerado este último entre los deberes de los empresario­s.

Aunque los derechos son también los de la Iglesia. Rerum novarum es nítida al respecto: la Iglesia dispone de plena capacidad para intervenir en el campo social de cara a la resolución de conflictos o a la mejora de la situación de los trabajador­es. Y por supuesto para lanzar ciertas advertenci­as. Por ejemplo, a aquellos que presumen de acabar rápidament­e, o mediante fórmulas mágicas, con el dolor y el sufrimient­o. «Si algunos […] prometen a las clases humildes una vida exenta de dolor y calamidade­s, llena de constantes placeres, esos engañan indudablem­ente al pueblo y cometen un fraude que tarde o temprano acabará produciend­o males mayores que los presentes». De indudable actualidad.

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ABC Grabado del Papa León XIII.

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