«Al vacunar rige el principio de necesidad»
¿Qué hace un catedrático de Filosofía del Derecho y de Filosofía Política, en este caso de la Universidad de Valencia, compartiendo trabajo, debates y largas reuniones con epidemiólogos, virólogos, inmunólogos y expertos en salud pública en el grupo de trabajo que ha elaborado la Estrategia de vacunación frente a COVID-19 en España? Vicente Bellver Capella, también vocal del Comité Ético de Investigación de Salud Pública de la Generalitat Valenciana, representa junto a otro jurista, Federico de Montalvo, al Comité de Bioética de España en la compleja toma de decisiones sobre cómo gestionar la vacunación y, sobre todo, a quién priorizar.
¿Qué enfoques se han dado en el grupo de trabajo sobre cómo priorizar la vacunación?
—En ningún momento se ha tratado de abrir paso a un planteamiento utilitarista de acabar antes con el riesgo de contagio priorizando a los grandes transmisores, algo que habría dejado en la intemperie a los más vulnerables. Ha regido el principio de necesidad. Esto no quita que haya habido mucho espacio para la deliberación. Se ha trabajado totalmente al margen de presiones políticas, y las autoridades se han dado cuenta de que dejándonos trabajar así se iba a conseguir que las cosas salieran bien. En un clima de crispación y desánimo, estoy encantado de que se vea esto, cómo 30 personas muy ocupadas están manteniendo reuniones largas todas las semanas e intercambiándose correos el resto del tiempo con un interés y un rigor encomiables.
Sin embargo, parece que se empezó despacio a administrar las vacunas.
—Como ciudadano, mi presunción es que no hay nadie que no quiera vacunar al mayor número de gente en el menor tiempo posible. Me parece un despropósito la tendencia en los medios a establecer un ranking entre autonomías. Hay elementos que se nos escapan, y que hacen que los datos no reflejen necesariamente ineficiencia en la administración de vacunas.
¿Se van a poder relajar las medidas de seguridad en las residencias tras la vacunación?
—Aún no se sabe si la vacuna evita el contagio. Pero sí se sabe que protege al que se vacuna. Y que, en caso de que siga siendo agente de contagio, sería en un grado mucho más atenuado. Los contagios donde se ha vacunado tienen que ver con que la vacuna resulta eficaz a partir de la semana posterior a la segunda dosis. Por tanto, las posibilidades de normalizar las relaciones de los residentes con sus seres queridos son mucho mayores. Y es una urgencia.
¿Sería posible elegir, para vacunarse, una vacuna elaborada sin líneas celulares procedentes de abortos?
—A día de hoy no se ha suscitado el debate. En un contexto ideal estaría muy bien. Pero tenemos las vacunas que tenemos, y la urgencia de vacunar. Si una persona ya ha pasado la enfermedad, no tiene una edad muy alta ni problemas de salud y muestra una reticencia hacia alguna vacuna, a lo mejor no se puede atender su petición y por el momento se quedaría sin vacunar.
Vicente Bellver Capella
Los criterios de la Iglesia incluían también priorizar a los vulnerables por factores socioeconómicos. ¿Ha sido así en España?
—Sí. Se ha tenido en cuenta el principio de equidad, que señala que la vulnerabilidad también se da por situaciones como la indigencia, el riesgo de exclusión, el hacinamiento en centros de inmigrantes, etc. Una vez atendamos a la población que debe ser urgentemente priorizada, habrá que hacerlo con estas personas cuyas circunstancias las exponen más al contagio.
¿Qué opinión le merece la propuesta de crear registros de quiénes la rechazan?
—La obligación de vacunarse es cívica, no exigible mediante coacción. Pero, por otro lado, no puede dejar de registrarse la negativa, para que luego alguien no pueda actuar contra la Administración si se contagia y para conocer sus razones. Igual que consta en la historia clínica si alguien rechaza una intervención quirúrgica. Pero debe ser información totalmente confidencial.
Entrevista ampliada en alfayomega.es