ABC - Alfa y Omega Madrid

En Perú se está gestando «un estallido social tremendo»

La Iglesia y la sociedad civil preparan una plataforma para exigir a los candidatos a la presidenci­a que cumplan unas garantías democrátic­as mínimas

- María Martínez Madrid

La firma de la Proclama Ciudadana el 17 de mayo en Perú supuso un soplo de aire fresco en la polarizada campaña de la segunda vuelta de las elecciones presidenci­ales del país, prevista para el 6 de junio. A petición de 30.000 ciudadanos, Pedro Castillo y Keiko Fujimori se comprometí­an a dejar el poder en 2026, a reformar la Constituci­ón (una promesa de Cast illo) «solo a t ravés de los mecanismos legales» y a respetar los derechos humanos y los tratados internacio­nales; además de a priorizar la lucha contra el coronaviru­s.

La ida partió de la Conferenci­a Episcopal Peruana, bajo la iniciativa del cardenal Pedro Barreto, arzobispo de Huancayo, junto con la Unión de Iglesias Cristianas Evangélica­s del Perú, la Asociación Transparen­cia y la Coordinado­ra Nacional de Derechos Humanos. Se exigía a los candidatos el compromiso de respetar una serie de garantías democrátic­as mínimas, ante la preocupaci­ón que suscitan sus trayectori­as y programas electorale­s.

Como explica a Alfa y Omega Claudia Zarzosa, responsabl­e de formación del Partido Popular Cristiano, a Keiko Fujimori «se la acusa de tener atisbos de autoritari­smo» y de «seguir vinculándo­se con figuras ligadas a su padre», Alberto Fujimori, presidente entre 1990 y 2000. Castillo «es cercano a los comunistas, y tiene un plan de gobierno con muchísimos peligros para la mayoría democrátic­a», además de un equipo en el que hay hasta colaborado­res acusados de terrorismo.

Rendir cuentas

El alivio de verlos jurar su compromiso con la democracia duró poco. La Asociación Transparen­cia ha denunciado, por ejemplo, agresiones contra periodista­s en un acto electoral de Castillo. También se han lanzado, desde ambos partidos, «mensajes que atentan contra los principios democrátic­os y las garantías» con las que se han comprometi­do, explica su presidenta, Adriana Urrutia.

Por eso, l a s ent idades promotoras «venimos trabajando» para que existan «mecanismos de v igi la ncia» que aseguren que el ganador cumpla su palabra. Ahora mismo, esos esfuerzos se están concentran­do en «lanzar cuanto antes una plataforma» que permita a la sociedad civil llevar a cabo este seguimient­o y exigir a los candidatos que se hagan «responsabl­es de sus actos».

Sociedad hastiada

Es urgente además, añade Zarzosa, que quien salga de las elecciones se esfuerce por «recuperar la confianza del ciudadano en la política, que se ha roto hace tiempo». De lo contrario, se seguirá gestando un «caldo de cultivo» para que «tarde o temprano» se produzca «un estallido social tremendo». La ya de por sí frágil situación institucio­nal del país, explica, se agravó en 2016. Desde entonces, ha habido cuatro presidente­s y se ha vivido un conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativ­o que terminó con la disolución del Congreso. Todo ello, marcado por «el hilo conductor de la corrupción».

«La gente ya estaba hastiada», y con la pandemia «han ido surgiendo figuras populistas, de toda corriente ideológica, que solo siguen fragmentan­do, generando más inestabili­dad y exacerband­o el odio». En la primera vuelta de las elecciones presidenci­ales, el 11 de abril, hasta 18 partidos se disputaron el voto de los peruanos. El 18,9 % de apoyo a Pedro Castillo y Perú Libre apenas superó a la suma del voto en blanco y nulo. Sumado al 13,4 % de la Fuerza Popular de Keiko Fujimori, a los candidatos del 6 de junio solo los apoyaron el 26,3 % de los votantes.

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AFP / ERNESTO BENAVIDES Castillo y Fujimori firman la Proclama Ciudadana en el Colegio Médico de Perú.

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