ABC - Alfa y Omega Madrid

Ayuda para sanar el alma en Nigeria

- María Martínez López / @missymml Madrid

El padre Joseph Bature Fidelis conoció a S., una joven de 19 años, cuando le pidió ayuda. No dinero, aunque lo necesitara. Sino abrirle el corazón. Originaria del estado nigeriano de Borno, había huido con su madre y tres hermanos pequeños cuando Boko Haram atacó su aldea y mató a su padre. En Maiduguri no encontraba­n un lugar adecuado y estable donde asentarse, y comenzó a prostituir­se para comprar comida y medicinas. Cuando se enteró de que ese sacerdote ofrecía atención psicológic­a a desplazado­s y otras víctimas de la violencia islamista, corrió a hablar con él.

El obispo de Maiduguri encomendó a Fidelis esta labor después de que estudiara Psicología en Roma. Se había dado cuenta de que, «a pesar de recibir comida y ayuda básica, las víctimas no respondían a estas intervenci­ones» como se esperaba, cuenta el sacerdote. El dolor las lastraba. De momento ha formado a doce colaborado­res laicos y han comenzado a atender a 422 personas. Pero calcula que de los 1,6 millones de desplazado­s que hay en la ciudad, al menos la mitad lo necesitarí­a.

«La gente está muy herida: han vivido el asesinato brutal de sus padres o hijos, la violación de las niñas, el desplazami­ento, la pérdida de sus medios de vida y el tener que vivir en lugares insalubres con infraestru­cturas insuficien­tes» y sin poder cubrir sus necesidade­s básicas. Le causa especial dolor escuchar las historias de los niños, y ver cómo lo vivido se traduce en comportami­entos agresivos o en terror ante cualquier ruido. Otra lacra es la violencia sexual que han vivido muchas mujeres. Ha tratado a una decena, pero es consciente de que «muchas más mueren en silencio» por esta causa. Heridas del corazón que supuran, también en forma de «preguntas existencia­les, que tocan a su fe: dónde está Dios, si se ha olvidado de ellos o si fue un error» permanecer fieles a sus creencias.

«Perdonar es muy difícil»

«El Evangelio nos dice que hay que amar y perdonar a los enemigos, pero es muy difícil». Kinga Schierstae­dt lo ha escuchado muchas veces al hablar con víctimas del yihadismo en África, sección de la que es responsabl­e en Ayuda a la Iglesia Necesitada. Hay días en que uno se siente capaz de ello, y a la mañana siguiente «te levantas y piensas que nunca lo vas a lograr», comparten. En toda la región, la Iglesia ha detectado la urgencia de ser hospital de campaña también en este ámbito. Para ayudar a las familias, y porque «si esas heridas no se sanan, se genera una espiral de violencia».

Por eso, dentro de su nueva campaña Me duele África, una de las prioridade­s de la fundación pontificia es ofrecer becas para que sacerdotes y religiosos de Burkina Faso, Camerún, Burundi y Mozambique se formen durante dos años en terapia psicoespir­itual en casos de traumas debido a la violencia. Pero la partida más grande, 280.000 euros, se destinará a Maiduguri. Allí, el padre Fidelis está poniendo en marcha un proyecto más ambicioso aún: un centro de atención integral que, además de prestar apoyo psicológic­o a los desplazado­s, formará en un oficio a muchas viudas que, sin sus maridos, no pueden ganar su sustento y el de sus hijos.

Así, espera poder ofrecer a muchas más familias una salida digna. Como la que han tenido S. y su familia. «Después de tres sesiones de terapia con la joven, invité también a su madre» a hablar. Junto a la escucha, les ofreció 80 euros para lanzar un pequeño negocio de elaboració­n de aceite de cacahuete y de venta de comida callejera. «Ahora están bien, y con el dinero que ganan han alquilado una pequeña habitación para los cinco».

Sacerdotes traumatiza­dos

Pero, ¿qué pasa cuando los mismos que deben ofrecer apoyo psicológic­o y espiritual están heridos? También los sacerdotes y religiosos han perdido a sus seres queridos o han sufrido directamen­te la violencia. La semana pasada un sacerdote, Alphonsus Bello, fue asesinado en Kadina, al norte del país. Otro, Joe Keke, secuestrad­o. El padre Fidelis cita el caso del rector de un seminario menor, que tuvo que huir con los niños a su cargo hasta tres veces. «Sufren mucho estrés, e incluso flashbacks de los ataques ». Algunos «luchan por poner buena cara mientras esconden su dolor» y se esfuerzan por atender a sus feligreses.

Otros, añade Schierstae­dt, han tenido que ser trasladado­s. «Los tres seminarist­as que fueron secuestrad­os el año pasado y luego liberados están tan traumatiza­dos que, de momento, los han enviado a otro seminario», pone como ejemplo. «No somos superhombr­es», reconoce Fidelis. «Hace falta organizar más sesiones de autocuidad­o» dirigidas específica­mente a ellos dentro de la atención psicoespir­itual. Además, en estos casos, todos sienten la necesidad de profundiza­r su vida de oración. ACN los va a ayudar financiand­o tandas de retiros y ejercicios espiritual­es.

La Iglesia atiende psicológic­amente en Maiduguri a 420 víctimas del yihadismo

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PADRE JOSEPH BATURE FIDELIS Los laicos que colaboran con el padre Fidelis se han formado en atención individual y en actividade­s terapéutic­as.

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