ABC - Alfa y Omega Madrid

Una parroquia de Lérida, con los temporeros sin hogar

- J. L. V. D.-M. Madrid

Cada año, miles de personas acuden por estas fechas a la provincia de Lérida para trabajar como temporeros en la recogida de la fruta. Habitualme­nte, el Ayuntamien­to ilerdense habilita espacios para acoger a aquellos que no tienen donde dormir, pero el inicio de esta campaña municipal comienza el 1 de junio, y ya hay personas durmiendo en la calle.

Las semanas anteriores a la apertura de los recursos locales, muchos temporeros se ven abocados a buscarse un sitio en las calles y plazas para poder pasar la noche, una situación a la que tratan de dar solución desde el año pasado Cáritas, Cruz Roja, la plataforma Fruta con Justicia Social y la parroquia San Ignacio de Loyola. Todas ellas están colaborand­o en la habilitaci­ón de once plazas de acogida en los locales de la parroquia. «Sentíamos mucha impotencia al ver a tanta gente en la calle, sobre todo el año pasado, cuando la temporada de fruta atrajo a muchas personas de la península a trabajar aquí», afirma el párroco, Roger Torres. «Fue muy impactante ver cómo toda la ciudad estaba confinada y los únicos que estaban en la calle eran cerca de cien temporeros sin hogar», añade.

Para el párroco, se trata de un movimiento «muy espontáneo» de colaboraci­ón entre entidades que este año se ha tenido que repetir de nuevo, debido a que el Ayuntamien­to aún no ha abierto sus recursos. Si el año pasado el perfil de los temporeros acogidos era «muy joven y con muchas ganas de trabajar», esta vez «está viniendo gente de más edad, muy cansada de llevar ya semanas en la calle», explica Torres, quien al principio vio en los trabajador­es «rostros muy machacados».

«En un cuarto de hora se cubrieron todas las plazas», cuenta Joan Rosinach, del equipo de comunicaci­ón de Cáritas Diocesana de Lérida, que revela asimismo cómo es el perfil de los acogidos: «Son hombres, tienen más de 50 años de media de edad, y aunque hay un español, todos los demás proceden de África».

En la parroquia de San Ignacio de Loyola de Lérida se han encontrado con una comunidad «muy ilusionada» por atenderlos, dice el párroco. «Por WhatsApp vamos narrando el día a día de esta experienci­a y la gente está encantada», afirma. Hay voluntario­s que hacen la cena, otros organizan la acogida, otros se quedan a dormir por la noche... «todos están muy implicados y contentos».

Todo esto ha conseguido que a los temporeros se les vea ahora «mucho más descansado­s», concluye el sacerdote Roger Torres. Además, «el hecho de que sea una acogida tan reducida nos permite una mayor calidez. Ellos se sienten muy a gusto, y se les nota incluso debajo de la mascarilla. Les ha cambiado la cara».

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