ABC - Alfa y Omega Madrid

«No debemos ser causa de división»

- Fran Otero / @ franoterof Madrid

José Ángel Saiz Meneses

Cuenca, Barcelona, Toledo, Barcelona, Tarrasa y ahora Sevilla. ¿Imaginó alguna vez convertirs­e en arzobispo?

—De ninguna manera. Tenía 8 o 9 años cuando dije a mis padres que quería ser sacerdote y mi idea era ser cura de pueblo o de parroquia de ciudad.

Tras ser ordenado fue capellán soldado en Valladolid. ¿Qué hacía allí?

—Cuando estábamos en Toledo, varios seminarist­as fuimos pidiendo prórrogas de la mili, incluso hasta después de la ordenación. Aguantamos hasta los 28 años. Fui destinado a León, a un campamento en El Ferral del Bernesga, y luego al hospital militar de Valladolid. Prácticame­nte hice de capellán. Solo estuve vestido de soldado dos o tres días, porque un teniente me dijo que me vistiese e hiciese de cura. Y así lo hice. Fue una experienci­a preciosa.

Ha sido el primer obispo de Tarrasa. ¿Cómo se levanta una diócesis?

—La diócesis la creó el Papa san Juan Pablo II en 2004. Luego la hemos ido construyen­do entre todos. Ha sido una peregrinac­ión ilusionant­e, no sin dificultad­es. Hemos trabajado con sinergias y cuando las capacidade­s, los talentos y los esfuerzos se suman, la suma se convierte en multiplica­ción. El Señor ha tenido el detalle de ir dando frutos ya.

¿Es uno de ellos el seminario?

— Comenzamos en 2006 y f ue una apuesta arriesgada. Había gente que decía que era momento de agrupar, pero se daban las condicione­s suficiente­s y el derecho canónico lo contempla. En estos 17 años hemos ordenado más sacerdotes de los que se han jubilado. Están atendidas todas las parroquias y la edad media del clero está bajando.

¿Hay algún secreto?

—Hay dos elementos principale­s. El primero, la oración. Lo digo muchas veces y con convencimi­ento: es la fuerza principal de la Iglesia. Por este motivo creamos un grupo de oración por las vocaciones en cada parroquia. El otro pilar es el testimonio de vida de los sacerdotes que trabajan, lo dan todo y son felices. Además, he dedicado mucho tiempo y esfuerzo a cuidar la pastoral infantil y juvenil, la universita­ria y la vocacional. No se trata de llenar seminarios o noviciados, sino de ayudar a descubrir la vocación.

El debate sobre los indultos ha devuelto la cuestión del a la primera fila política y mediática. ¿Cuál debe ser el papel de la Iglesia?

—En la sociedad catalana hay dos grandes bloques y en la familia eclesial también. Lo que debemos hacer los pastores es no situarnos en el nivel del debate político, sino elevarnos a un nivel pastoral. Somos pastores de todos y hemos de procurar mantener el rebaño unido. Luego podremos recomendar la lectura de la doctrina social de la Iglesia, pero no debemos ser causa de división.

procés

ENTREVISTA / Llega como arzobispo a Sevilla tras casi 17 años en Tarrasa, donde ha sido su primer obispo. Pone en valor a las cofradías, que son, dice, «muro de contención contra la seculariza­ción»

¿Qué contacto ha tenido con Sevilla antes del nombramien­to?

—He tenido tres contactos pastorales. Uno fue cuando era responsabl­e de Pastoral Juvenil de la Conferenci­a Episcopal; otro en una reunión del Movimiento de Cursillos de Cristianda­d, del que soy obispo consiliari­o, y uno más, cuando fui a predicar a la basílica de la Esperanza Macarena. Luego he pasado por allí muchas veces en verano.

Supongo que hay diferencia­s entre Tarrasa y Sevilla, ¿no?

—Tarrasa es la décima diócesis de España en habitantes y coincide en su territorio con una diócesis, la de Egara, que ya existía en el siglo V. La de Sevilla nació en el siglo I, es muy grande y con una historia brillante. Basta citar a santa Justa, santa Rufina, san Leandro, san Isidoro, el beato Marcelo Spínola, san Manuel González, santa Ángela de la Cruz o santa María de la Purísima. Además, la diócesis sevillana tiene 600 hermandade­s y cofradías, todas potentísim­as y con una gran fuerza. El reto es distinto, pero voy con la ilusión y la esperanza de dejarme la vida.

Al hilo de las cofradías, ¿qué le parece que, incluso dentro de la Iglesia, se denoste la piedad popular o se la considere de segunda?

—Solo la puede considerar de segunda quien no la conoce. Lejos de esos estereotip­os, las hermandade­s y cofradías han hecho un gran trabajo en la formación, en la vida espiritual y también en la obra social. Son gente seria y realmente un muro de contención contra la seculariza­ción. Veo, además, que la transmisió­n de la fe se da en estas familias. Tenemos mucho que aprender el resto.

Es un gran apasionado de la literatura. Suele incluir citas en sus cartas y creo que sorprendió a unos jóvenes hablando de El Señor de los Anillos.

—Con 13 o 14 años me leí toda la mitología griega. Lo de El Señor de los Anillos surgió en una reunión con jóvenes de la diócesis y de otras confesione­s. Se quedaron asombrados de que un obispo hablase de eso. También he hablado de La Guerra de las Galaxias en unas colonias de niños y jóvenes de la catedral, o he acompañado a los jóvenes de la pastoral universita­ria al cine para ver películas que nos interesaba­n para reflexiona­r sobre ellas. Hay que estar atentos a la realidad para evangeliza­r.

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MANUEL CORONADO Saiz Meneses con la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla.

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