«Uno de los mayores retos es la conexión con la sociedad»
ENTREVISTA / El hasta ahora decano de Teología de la Universidad Pontificia Comillas, experto en Antiguo Testamento, tomó posesión como rector la semana pasada
Enrique Sanz Giménez-Rico, SJ
¿Cómo vive la pandemia un decano?
Se vive con respeto porque hubo y hay personas en situaciones difíciles. Cuidar la atención personal fue fundamental desde el principio y luego tuvimos que ir un paso por delante para responder a las necesidades de nuestros alumnos. No solo era dar clase online, sino rehacer la guía docente. Lo que sí ha sido gratificante es trabajar todos juntos.
Hay avances tecnológicos que han llegado para quedarse, pero ¿es la presencialidad insustituible?
Sí. El aula es un teatro: hay una relación para que haya un aprendizaje. Hablamos de la cultura de la innovación. Buscamos que no sea el profesor el único que habla y plantea las preguntas, sino que haya actividades para que los alumnos lancen las preguntas y ofrezcan algunas respuestas, ejercicios que les ayuden a desarrollar competencias.
¿Le ha dado algún consejo su antecesor, Julio Martínez, SJ?
Me ha dado el consejo de que la confianza es importante y de rodearme de personas que trabajen en la misma dirección, y me ha confirmado que es importante tener humor.
¿Qué otros retos tienen la universidad en general y Comillas en particular?
Uno de los retos de la universidad en general es la mayor conexión con la sociedad, que afectaría a las titulaciones que se pueden ofrecer. No somos pocos los que pensamos que hay una inflación de títulos y que, a lo mejor, habría que hacer una mayor selección, pero esto también pasa por la innovación.
Aquí hemos hecho un esfuerzo por adaptarnos a lo que demanda la sociedad y lo que demandan muchos antiguos alumnos, y hemos reformulado tanto los nombres de los títulos como las competencias. Sin ir más lejos, el próximo curso ofreceremos por primera vez un doble grado en Psicología y ADE porque teníamos gente de Psicología que acababa trabajando en recursos humanos… El doble grado no es una moda, sino una prueba de que las competencias complementarias y transversales son útiles para la sociedad.
Luego creo que en toda la universidad hay un reto de la formación permanente para toda la vida, lo que llaman lifelong learning los anglosajones. Tanto en el mundo de la Administración como en el empresarial, las personas necesitan formación continua y actualizada.
En nuestro caso añadiría mejor comunicación interna, cuidar a las personas de la casa como me ha enseñado Julio Martínez, SJ y la internacionalización.
Se han desarrollado cátedras de Migraciones y Amoris laetitia, la Unidad Clínica de Psicología… ¿En qué áreas debe poner atención una universidad pontificia e ignaciana?
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Además de familia y migraciones, que citabas, añadiría la ecología integral, de la que habla el Papa Francisco. También hay camino que recorrer en el campo de la bioética: me refiero a la eutanasia tan en boga, pero también al cuidado de los ancianos… Y podemos añadir otras cuestiones clave como las relaciones internacionales o la investigación sobre el mundo de la educación.
Como estamos en el Año Ignaciano, ¿qué cree que diría hoy san Ignacio?
—Nos invitaría a quedarnos con lo importante, en aquello que atañe a la conversión. Hay primero una conversión personal. Ignacio se reconcilia consigo mismo, con sus límites, con sus posibilidades, y aprende a aceptar el fracaso. Y luego hay una dimensión de la colaboración con otros. Ignacio pasa de querer ir a Jerusalén, de querer ir a Roma, a un yo que quiere trabajar con otros con una finalidad, para ayudar a las ánimas. Entiende que un yo sin un nosotros y siempre es un yo cojo.
Me gustaría que los alumnos supieran preguntarse por las necesidades más acuciantes en su ámbito. Hablo de grandes necesidades, pero también de pequeñas, de pensar en las personas que hay detrás.