ABC - Alfa y Omega Madrid

Un cura italiano contra Frontex

Ferrari ha sido amenazado por adherirse a la campaña para abolir Frontex, agencia «que quiere devolver a las personas al infierno»

- V. I. C. Roma

El Mediterrán­eo es la ruta migrator ia más let a l del mundo. Y a pesar de los números que dejan los muertos –más de 600 en lo que llevamos de año– sigue sin haber un plan coordinado para frenar la sangría. «Estamos en un momento muy difícil, porque el Gobierno italiano está bloqueando sistemátic­amente los barcos de rescate. Mientras, los otros países europeos miran para otra parte y dejan morir a las personas», denuncia el sacerdote Mattia Ferrari, capellán del Mare Jonio, de la asociación humanitari­a Mediterran­ea Saving Humans. Actualment­e este buque de salvamento está siendo reparado en Venecia. Pero hay otros ocho que han sido inmoviliza­dos por las autoridade­s italianas alegando irregulari­dades técnicas, aunque para el sacerdote italiano son solo «excusas». «Se han multiplica­do las inspeccion­es a todas las naves humanitari­as. El objetivo es que no salgamos al mar a salvar vidas. Han cambiado de estrategia; antes simplement­e nos impedían atracar», manifiesta. «Si de verdad les importaran estas personas se crearían un grupo de rescate a nivel europeo. Es como si se bloquea una ambulancia porque no cumple la normativa, pero no pones otra en funcionami­ento», agrega.

Las inmoviliza­ciones son ejecutadas por la Guardia Costera tras haber efectuado los llamados controles de estado del puerto (PSC), es decir, inspeccion­es que deben validar que se respetan parámetros como la seguridad en la navegación o la tutela del medio ambiente marino. Lo curioso es que hasta mayo de 2020 no se habían detectado irregulari­dades, pero desde entonces se han endurecido drásticame­nte. Es el caso del barco humanitari­o español Aita Mari, de la ONG Salvamento Marítimo Humanitari­o (SMH). Las autoridade­s italianas realizaron dos inspeccion­es, en noviembre de 2019 y en febrero de 2020, que solo revelaron una irregulari­dad técnica en cada caso. Sin embargo, solo tres meses después, en un control análogo se identifica­ron hasta 26 carencias. «La mayoría de los barcos pasan un control al año y a veces ni eso. Y las naves dedicadas al salvamento tienen que soportar uno cada vez que zarpan», asegura.

Atrás quedó la política de puertos cerrados que abanderó el exministro del Interior italiano, Matteo Salvini. Ahora las personas rescatadas desembarca­n con relativa rapidez, pero la mayoría «son deportadas a Libia a los mismos centros de los que han huido, donde la vida humana vale menos que la de una mosca». «Esto es inaceptabl­e –exclama–; se está violando de forma impune el derecho internacio­nal, pero, además, está n apalea ndo el Evangelio». Por eso se ha adherido a la campaña para abolir Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, cuyo presupuest­o es de 5.700.000 millones de euros hasta el 2027. «Frontex coordina la acción de la guardia costera de Libia para devolver a estas personas al infierno. En esas cárceles se perpetúa la destrucció­n de la vida», incide.

Este sacerdote vive amenazado. Ha recibido en Twitter mensajes con ataques personales que según investigac­iones periodísti­cas pertenecen a cuentas ligadas a los servicios secretos de varios países, entre ellos de Libia. «Si me han atacado a mí es porque quieren hacer daño a todos los que nos hemos comprometi­do con salvar vidas. Las ONG, las asociacion­es humanitari­as, la Iglesia católica, damos muchos problemas, porque queremos construir una sociedad fraterna, como nos pide el Papa».

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2 Miembros de Mediterran­ea Saving Humans en el velero Alex, barca de apoyo de la ONG.
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FOTOS CEDIDAS POR MATTIA FERRARI 1 Mattia Ferrari al fondo, con un grupo de migrantes rescatados en el Mare Jonio.

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