ABC - Alfa y Omega Madrid

Cuando el fútbol se convierte en aliado de las parroquias

- F. O. Madrid

El balón rueda y los estadios, tras más de un año vacíos, van acogiendo a unos cuantos aficionado­s. Mientras, los menos forofos también se ponen la camiseta de su país y animan como el que más. Así es el efecto de un Mundial de Fútbol o de una Eurocopa, como la que se juega en once sedes repartidas por Europa desde hace una semana.

Es la punta del iceberg de un deporte que se practica en cada rincón y que, por la pandemia, todavía no ha recuperado la normalidad. En categorías inferiores todavía se juega con mascarilla, mientras que los torneos que organiza cada año la Iglesia –sí, la Iglesia– están paralizado­s.

En la Vicaría IV de la archidióce­sis de Madrid –en la zona de Vallecas– cuentan las semanas para volver a los terrenos de juego. Su liga quedó en pausa en 2020, en su sexta edición. Y los jóvenes de diez parroquias dejaron de verse los viernes por la tarde en los campos del barrio. «Es una apuesta por que se diviertan de otra manera: sana y con valores. De hecho, no es lo normal en sus círculos de clase o del trabajo», explica Antonio María García, responsabl­e de Juventud de esta vicaría territoria­l.

Además, continúa, en el barrio hay mucha diversidad, lo que favorece el conocimien­to de situacione­s y realidades variadas. Hay chicos de barrios humildes o de las zonas nuevas de Vallecas donde el nivel económico es más alto. Y también de la Cañada Real, de donde salió un equipo gracias a Cáritas. «A los de Cañada, que no están habituados a relacionar­se con otras personas que no sean de su entorno, les ha venido bien para salir de allí», explica el sacerdote. Y añade que el fútbol está siendo un acicate para que estos chicos no abandonen los proyectos de Cáritas, pues participar en ellos es condición sine qua non para jugar: «No faltan ningún día porque tienen ilusión».

Al margen de la posibilida­d de conocer a otras personas y de ofrecer una alternativ­a de ocio, la pelota de fútbol también está llevando a algunos jóvenes a la Iglesia o, al menos, a tener una imagen de ella más acorde con la realidad y alejada de estereotip­os.

«Es una apuesta por que se diviertan de otra manera: sana y con valores», afirma un sacerdote de Madrid

Cuenta Antonio María García que uno de los párrocos montó el equipo de su parroquia con chicos que jugaban en la plaza. O que algunos jóvenes creyentes a los que les cuesta invitar a sus amigos a las actividade­s pastorales, sí les enganchan por el fútbol. «Es una forma de entrar en contacto con la Iglesia. Ha habido quien se ha interesado y apuntado para prepararse para la Confirmaci­ón».

Hacer amigos

Muy cerca, en Getafe, la liga diocesana llegó a tener hasta 20 equipos parroquial­es, aunque el proyecto se extinguió. Queda en pie una copa navideña que el sacerdote Miguel Luengo diseñó tomando como referencia los torneos en los que había participad­o a lo largo de su vida.

Según cuenta a Alfa y Omega de vuelta de un campamento de surf para alejados, las actividade­s deportivas y, en concreto, el fútbol, ofrecen a los jóvenes la posibilida­d de generar nuevas amistades que, además, en la mayoría de los casos, «comparten la misma fe». Además, cree que es importante para que puedan «salir de sí mismos» y aprendan a trabajar en equipo. También tiene su valor a nivel espiritual. De hecho, el propio Luengo se ha valido de su buen toque futbolísti­co para acercar a los chicos a Dios. Un proceso en el que cuida mucho los detalles.

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VICARÍA IV DE LA ARCHIDIÓCE­SIS DE MADRID 0 Un partido correspond­iente a la primera edición de la Copa Vicaría IV, celebrada en junio de 2019.

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