Cáritas no se olvida de la Cañada Real
Voluntarios, responsables y niños del proyecto que la entidad desarrolla en el poblado recibieron la semana pasada la visita del cardenal Osoro
La suya fue una visita muy esperada y consoladora. Después de unos meses durísimos, en los que Cáritas Diocesana de Madrid y la parroquia Santo Domingo de la Calzada se han ido adaptando a las adversidades –realojos, pandemia, cortes de luz y Filomena– para no dejar atrás a los pobladores de la Cañada Real, el encuentro que la semana pasada mantuvieron los responsables y voluntarios con el cardenal Carlos Osoro fue una alegría. Un pastor de su pueblo al que le agradecieron su cercanía, sus ánimos y la energía que les infundió, y que solo tuvo palabras de aliento para ellos: «Este es un proyecto precioso; gracias porque hacéis una presencia de la Iglesia esencial».
El proyecto de Cáritas en la Cañada nació como un acompañamiento a la infancia y ha evolucionando hacia una atención integral a la familia. Por las mañanas acuden fundamentalmente madres a clases de alfabetización, de informática, pero, sobre todo, a un espacio de encuentro entre ellas que no tienen en la barriada. Y por la tarde van niños desde los 3 años, con quienes «se simula lo más parecido al entorno familiar de un niño que sale del cole», indicó Pablo Choza, el responsable del proyecto. Se les ofrece una educación multidisciplinar que «nos permite afrontar, además, los conflictos de cultura, raciales» ya que son hijos de familias gitanas, gitanas rumanas, musulmanas y mercheros. Con ellos hacen también salidas de ocio, especialmente interesantes en el caso de los adolescentes, porque les permiten «generar vínculos con el proyecto». La idea es, explicó Choza, que «el centro lo vivan como algo suyo».
A estos niños los visitó, aula por aula, el cardenal Osoro, que se interesó por sus trabajos, aunque alguno le dijo sencillamente que el dibujo que estaba haciendo «me ha quedado muy feo». Otros, de repente, lo reconocieron en una de las fotos de su calendario de mesa: «¡Sales aquí!». Y alguna mujer, durante el recorrido posterior en la furgoneta de Cáritas por la zona del Camino sin Asfaltar del Sector 6, lo saludó al grito de «¡el Papa!». También se dirigían los vecinos de la Cañada con familiaridad a los responsables de Cáritas: «Es muy bonito esto, que os conozcan; saben a quién acudir», les dijo el cardenal. «A veces la gente más pobre te da lo mejor, su corazón, su vida –reconoció–, y nosotros en el fondo damos lo que dio Dios Nuestro Señor, que es amar a la gente».