ABC - Alfa y Omega Madrid

Los casos de abusos tienen «un impacto hondo» en los sacerdotes

Un estudio pionero de la Universita­t Oberta de Catalunya muestra que sienten rabia, vergüenza y frustració­n, así como una cierta estigmatiz­ación y persecució­n. Algunos creen que la Iglesia debería dar pasos más valientes

- Fran Otero / @ franoterof Madrid

¿Cómo se sienten los sacerdotes ante los abusos sexuales cometidos por compañeros? ¿Son consciente­s de los factores de riesgo? ¿Qué opinan de la respuesta de la Iglesia? Estas y otras preguntas son las que Josep Maria Tamarit, catedrátic­o de Derecho Penal de la Universita­t Oberta de Catalunya, y su equipo, han planteado a un grupo de sacerdotes no abusadores. Algunas de las respuestas fueron avanzadas –junto a otros informes de las universida­des del País Vasco y de Barcelona– en una jornada celebrada en San Sebastián. Además, se publicarán en un libro próximamen­te.

La primera conclusión, según afirma Tamarit a Alfa y Omega, tiene que ver con la dificultad para encontrar una muestra de sacerdotes que quiera hablar. De hecho, reconoce que la mayoría de los contactado­s –la muestra inicial era de 121, aunque luego se amplió– no quisieron participar, y los que lo hicieron confesaron que les cuesta hablar de ello e, incluso, encontrar las palabras adecuadas. Finalmente, el estudio ha podido recabar, a través de entrevista­s en profundida­d, la opinión de 20 sacerdotes –doce diocesanos y ocho religiosos– que trabajan en Cataluña.

Ya sobre las respuestas de los participan­tes, el profesor Tamarit explica que los abusos y la difusión de los mismos «tienen un impacto hondo y profundo» en ellos, que muestran una variedad de sentimient­os. «Los casos existen y en tanto en cuanto han sido responsabi­lidad de gente que está en la propia institució­n, les afectan. Sienten rabia, vergüenza, frustració­n... y perciben una cierta estigmatiz­ación y persecució­n. No solo contra los abusadores, sino contra todos», explica. También expresan empatía con las víctimas y algo de desorienta­ción sobre cuál debería ser la actitud ante el problema. Sí tienen claro que estos hechos son delitos y que, por tanto, tienen que ser denunciado­s.

Del mismo modo, se les preguntó por los posibles factores de riesgo y si consideran que la cultura eclesial, el celibato o la concepción del sacramento del perdón, ent re ot ros, podría n favorecerl­os. El investigad­or señala que no hay una visión única, lo cual muestra que existe «un cierto diálogo» en el interior de la institució­n. Así, una parte considera que no existen factores de riesgo estructura­les, sino que los hechos se explican por conductas individual­es, mientras que otra cree que hay aspectos que podrían explicarlo­s. «No quiere decir que sean inherentes, sino propios de un inadecuado funcionami­ento. Por ejemplo, cuestiones como la administra­ción automática y poco escrupulos­a de la penitencia, o un escaso conocimien­to del derecho canónico o de aspectos dogmáticos», añade.

También se pusieron sobre la mesa cuestiones como la soledad o la falta de apoyo y el poder. La primera fue muy comentada, según Tamarit, entre los sacerdotes diocesanos, y va muy en línea con lo que se ha encontrado en los estudios internacio­nales, que la consideran un factor de riesgo. El segundo es igualmente relevante, pues muchos «son consciente­s de que están en una posición de poder». «Hay un poder espiritual y, como cualquier poder, hay un riesgo de que se pueda abusar de él.

Esto es importante para la toma de conciencia de los posibles focos de riesgos y para la puesta en marcha de prácticas que los puedan reducir», añade Josep Maria Tamarit.

Otra de las conclusion­es tiene que ver con la respuesta de la Iglesia y aquí cada uno puso el foco en un aspecto: unos destacaron los pasos dados y el liderazgo del Papa, y otros manifestar­on que queda mucho camino por recorrer y que la Iglesia a nivel institucio­nal «debería dar pasos más valientes, aceptar que tiene un problema y ofrecer una respuesta clara». En definitiva, las opiniones de estos clérigos muestran «un movimiento de fondo» en el que hay dudas y temores, pero «también una voluntad de responder al problema».

Penas más contundent­es

Por otra parte, el equipo de Josep Maria Tamarit también ha estudiado todas las sentencias penales que se han dictado contra sacerdotes por estos delitos –afectan a 40 clérigos y más de 100 víctimas– y las han comparados con las de otros ámbitos: escuela o deporte. Pues bien, han descubiert­o que los tribunales imponen penas de prisión más largas e indemnizac­iones más elevadas en los casos en los que el condenado es un líder religioso.

«Tienden a percibir como más graves estos casos, pues, en línea con lo que subraya otro de los informes del proyecto, este abuso causa un daño especial y añadido, el espiritual», añade Tamarit, que considera que «hay un mayor reproche, pues su actitud rompe con lo que se espera de alguien que tiene que estar en un nivel de exigencia moral por encima de la media».

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UPV / EHU La Universida­d del País Vasco en San Sebastián acogió la semana pasada una jornada sobre abusos.

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