Listos para evangelizar aun en la pandemia
El segundo año del Plan Diocesano Misionero (PDM) ha supuesto un «pequeño empujón» para vencer los miedos que provocan «tentaciones de parálisis» en estos momentos de pandemia. Es el resumen que hace Carlos Aguilar, de la Comisión Diocesana de Evangelización – que coordina el plan– de un curso al que define como de una «gran riqueza». Refiriéndose a la carta pastoral del cardenal Carlos Osoro, «Quiero entrar en tu casa», que ha sido el gran eje de los trabajos de este año, asegura que «hemos alimentado este dinamismo de salir y estar dispuestos a entrar en aquellos lugares donde podemos hacer esa experiencia del encuentro con el Señor».
Heredero del Pla n Diocesa no de Evangelización 2015-2018 (PDE), el PDM 2019-2022 ha mantenido su objetivo prioritario: lograr la conversión pastoral soñada por el Papa Francisco. Para ello se forman grupos fundamentalmente de laicos en parroquias y comunidades que, con el método de lectio divina, elaboran y se comprometen en propuestas de anuncio del Evangelio. El cardenal Carlos Osoro, impulsor de ambos planes, ha alabado los trabajos de este curso en una carta enviada a los participantes, en la que les ha agradecido su fidelidad y perseverancia, «consciente de que habéis tenido que hacer un esfuerzo grande para poder llevar a cabo los encuentros y reuniones». En las aportaciones de los grupos se aprecia, destaca el arzobispo de Madrid, la creatividad para buscar «nuevos métodos para anunciar el Evangelio de manera significativa y atrayente para el mundo de hoy», y cómo «hemos sido capaces de renovar y actualizar» las iniciativas apostólicas que ya estaban funcionando.
El Plan Diocesano Misionero (PDM) concluye un curso de muchas dificultades, pero a su vez de una «gran riqueza» en oración, formación y acción evangelizadora
Compromisos concretados
En el grupo de la parroquia San Juan Bautista, que coordina Asunción Pérez, Asun, han experimentado bien esta fidelidad de la que habla el cardenal en su carta; tanto, que comenzaron reuniéndose una vez al mes, pero pronto sintieron la necesidad de verse más, así que lo han estado haciendo cada dos o tres domingos. Compuesto por cinco hombres y cinco mujeres de una media de 60 años, los integrantes han ido concretando su PDM «en realidades que ya existían en la parroquia» en las que han visto claramente que tenían que estar: Cáritas, acompañamiento a personas sin hogar y mayores en soledad, grupo de Liturgia… También «hemos adquirido compromisos importantes» de oración personal y de formación, y se han adentrado en «realidades que desconocíamos» como la pastoral penitenciaria y la atención a mujeres víctimas de la trata. «Ha sido un curso del PDM de una riqueza espiritual muy grande», concluye.