ABC - Alfa y Omega Madrid

Las teresianas llevan 25 años viendo el rostro de Jesucristo en el Raval

- Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo Madrid

El 22 de agosto de 1996, el número 44 de la calle de la Cera, al sur del Raval de Barcelona, abría sus puertas para recibir a cuatro hermanas de la Compañía de Santa Teresa, las teresianas del padre Enrique de Ossó. Siguiendo la intuición de una de ellas, María Victòria Molins – que acaba de plasmar sus vivencias por escrito en un libro–, decidieron ofrecer a uno de los entornos más difíciles de la Ciudad Condal una comunidad «de presencia». No querían hacer una obra nueva, sino apoyar las que ya había en el barrio, formando con otros religiosos y religiosas una autentica «comunidad de comunidade­s».

En aquel primer momento, el Raval estaba marcado por el sida y la heroína, las muertes por sobredosis, las familias «multiprobl­emáticas», la pobreza, la prostituci­ón y la falta de cultura.

Aquí las teresianas hicieron algo distinto a las obras que venían realizando desde su fundación: «Vinimos a ser servidoras, sin más, viviendo en un piso como los demás, y eso nos permitió darnos cuenta de que nuestra presencia era más importante que nuestra acción y que nuestro deseo de hacer cosas».

En estos 25 años, el Raval ha vivido fuertes transforma­ciones. Tras aquellos primeros años, fueron llegando distintas oleadas de inmigrante­s, la presencia de las drogas se mitigó y apareciero­n los muertos de frío en la calle, los pisos patera, la crisis del 2008, los desahucios… y así, hasta la pandemia actual de coronaviru­s.

Por el corazón de las religiosas han pasado cantidad de personas: Silvia, Carlos, Manu, Rafa, Enzo… «Uno de los descubrimi­entos que haces en el mundo de la marginació­n es que pasas de los conceptos a los rostros», dice Molins.

En este tiempo, ¿las teresianas han pasado por el Raval o el Raval ha pasado por la teresianas? «Sin duda ha sido el barrio el que ha pasado por nosotras y nos ha ido purificand­o –responde sin dudar la religiosa–. Nos ha dado otra forma de rezar y de relacionar­nos con Dios y con los demás. Nuestra capilla es el lugar preferido de Jesús, porque cada día salen los nombres de los pobres del barrio».

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Una ventana al Raval María Victòria Molins Claret, 2021 219 páginas, 15,9 €

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