Las heridas del divorcio
La autora británica Edith Nesbit publicó en 1902 su novela infantil Cinco chicos y Esto, que fue llevada al cine en 2004 por John Stephenson. En 2012, la novelista infantil Jacqueline Wilson escribió Cuatro chicos y Esto, una continuación del libro de Nesbit que también ha conocido su versión cinematográfica y que nos ocupa ahora.
El argumento parte de una premisa prometedora: David (Matthew Goode) es un hombre divorciado que vive con sus hijos –niña y niño–. Alice (Paula Patton) es una mujer divorciada que vive con sus dos hijas. David y Alice están saliendo, pero sus hijos no lo saben. Deciden irse a veranear juntos a Cornualles y darles «la noticia sorpresa» a los chicos. Pero esta es muy mal recibida y los hijos de uno y otra se acaban odiando mutuamente, porque lo que realmente desean es que sus padres biológicos vuelvan a estar juntos. Un día sucederá un imprevisto que cambiará el rumbo de las cosas: los cuatro chavales encontrarán en la playa un ser fantástico que afirma que puede conceder un deseo al día.
El director del proyecto ha sido Andy De Emmony, con algunas películas familiares a sus espaldas, pero sobre todo con gran cantidad de series de televisión, entre la que destacamos la reciente El nido, sobre la maternidad subrogada. De Emmony adapta la novela contando con un elenco fresco y con una animación digital eficaz. Esta película familiar curiosamente no se limita a exponer las consecuencias dolorosas y frustrantes para los hijos del divorcio de sus padres, sino que va más allá, tratando de mostrar un horizonte que a los chicos les permita curar en parte sus heridas. La cinta también es un canto a la amistad, que se hace fuerte cuando se entienden las verdaderas y profundas necesidades del otro. Pero quizá lo más interesante es el análisis que propone del deseo humano, señalando cómo la sociedad nos inculca unos deseos que únicamente conducen a la decepción y la tristeza.