«Nuestros fieles del Dombás esperan que no se olviden de ellos»
ENTREVISTA / Recuperar todo el territorio de Ucrania no es para el primado grecocatólico ucraniano un objetivo militar, sino la condición para que la libertad religiosa vuelva a las zonas ocupadas
Lacontraofensivaucraniananoavanzaylaguerraensupaíspasaasegundo plano. ¿Teme que se enquiste?
—Si la guerra se queda congelada jamás va a terminar. Empezó hace diez años y durante un tiempo estuvo casi congelada, pero después recomenzó. La paz llegará solo cuando recuperemos las fronteras reconocidas internacionalmente. Nuestros feligreses en el Dombás y en el sur esperan que el Gobierno no se olvide de ellos, porque viven un sufrimiento muy grande. Es importante que tampoco el mundo se olvide de nosotros. La guerra en Ucrania no es una guerra ucraniana, los rusos dicen abiertamente que los ataca Occidente como colectivo. Aquí se juega el futuro de Europa.
¿Cómo está funcionando por ahora la misión del cardenal Matteo Zuppi?
—De momento, un diálogo directo entre Ucrania y Rusia es comprometido, porque Rusia no reconoce a nuestro país como sujeto; para ellos somos un territorio que reconquistar. Por ello, es muy importante que se abra una vía lateral de contacto. La misión de Zuppi es clave, porque es un mensajero de paz que puede aliviar el sufrimiento de los prisioneros y de los niños que el Gobierno ruso se llevó en contra de la ley internacional y la moral cristiana. Aunque por el momento no hemos obtenido resultados muy claros y directos no hay que desanimarse, sino buscar todos los mediosparaaliviarsusufrimiento,pararal agresor y que se convierta y desista del genocidio contra el pueblo ucraniano.
¿Cómo viven sus fieles en las zonas ocupadas, donde están perseguidos?
—En esos lugares no queda ningún sacerdote grecocatólico. La vida de las comunidades es peor que en la época soviética. Entonces existía un espacio
privado no controlado por el Gobierno, las casas. Allí se reunía la Iglesia, especialmente cuando alguien fallecía. El sacerdote venía de noche. Así conocí por primera vez a uno. Ahora la gente estámuyvigilada.esmuydifícilreunirse. Hubo un primer momento, cuando los sacerdotes fueron arrestados o expulsados, en que siguieron juntándose en las iglesias. Pero luego las fuerzas de ocupación cambiaron las cerraduras. La acusación contra nuestros dos sacerdotes arrestados en Berdiansk fue que reunían a la gente para rezar sin permiso.
Una de sus grandes preocupaciones es el impacto psicológico de la guerra.
¿Cómo puede la Iglesia sanar esas heridas?
—Va a ser una labor muy particular de la iglesia durante años. Tenemos que aprender la pastoral del sufrimiento. Muchas veces en Occidente el desafío más grande para los cristianos es el bienestar. En este contexto la situación es muy distinta: cómo acompañar a quien llora. Debemos aprender cómo anunciar labuenanoticiade
Cristo, dónde está
Dios en este sufrimiento;esunapregunta existencial. Sabemos también que este continuo dolor del otro te afecta. Por eso nuestro curso de formación incluye un momento de terapia para los pastores.
¿Esta pastoral del sufrimiento implica otra forma de vivir la fe?
Como pastor, percibo hasta las fibras de mi alma que Cristo está presente en las heridas de mi gente. No basta con adorarlo crucificado en la iglesia, hay que adorarlo y seguirlo en el cuerpo heridodemipueblo.porotrolado,vivimos en constante peligro de muerte. Tienes que guardar el alma limpia de pecado porque en cualquier momento puedes tener que presentarte ante Dios. Yo me confieso con frecuencia. También los fieles están descubriendo de modo muy profundoestesacramento.sinélysinla Eucaristía no podemos seguir.
Lleva dos años grabando videomensajes;avecesinclusodesdeunrefugio.
—El segundo mes de la invasión a gran escala visité una ciudad cerca de Kiev, Yitómir, que vivió un ataque muy fuerte de misiles rusos. Una viejita me agarró delamanoymedijo:«estamosaterrorizados,peroquébienquenoshable».«señora, pero no sé qué tengo que decirles», respondí.«noesimportanteloquediga, es importante que nos hable». Esa voz de la Iglesia que está presente, como la voz de una madre que te quiere mucho, es fundamental para que la gente pueda sobrevivir a este terror y encontrar a través de ella la voz de Dios. Por favor, no se olviden de nosotros.