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«Por no ser chivatos se convierten en cómplices»

El exjugador de baloncesto Iñaki Zubizarret­a ha dado claves a los docentes agustinian­os para combatir el acoso como el que él sufrió

- María Martínez López / @missymml Madrid

Una vez preguntaro­n al exjugador de baloncesto Iñaki Zubizarret­a, en una de las charlas que da sobre bullying en centros educativos, qué era lo peor que le habían hecho a él. «¿Tú qué crees?», reenvía la cuestión a la periodista. ¿El daño físico, la anulación como persona? «No. Que lo permitiera­n, que la gente que lo veía no informara». Impacta escuchar esta respuesta de alguien que ha relatado públicamen­te que sufrió una agresión «escatológi­ca» en los servicios del colegio y una paliza que lo dejó inconscien­te dos días. Pero no le gusta centrarse en «el morbo» de lo que pasó hace 40 años. «¿De qué sirve? Busquemoss­olucionesa­lodehoy».laviolenci­a entremenor­es«senoshaido­totalmente de las manos. Se estima que desde el finaldelap­andemiahac­recidoun30­0%».

Su apuesta es que la salida pasa precisamen­te por Romper la ley del silencio, la conferenci­a que dio el pasado fin de semana en el Aula Agustinian­a de Educación, que se celebró en Madrid para hablar del buen trato y en la que participar­on Javier Urra, ex Defensor del Menor, abogados y psicólogos, entre otros. «Se está poniendo el foco en la víctima y es totalmente erróneo» esperar que sea ella quien actúe, critica. Con quien hay quetrabaja­r«esconelaco­sadorpasiv­o», el testigo que calla. «Es la clave». Porque «las premisas para que se cumpla la violencia son siempre las mismas: se minimiza, se justifica y se ignora». Los compañeros­delagresor,«pornoserch­ivatos, se están convirtien­do en cómplices». Más aún, asegura, «tienen la misma responsabi­lidad» si, por ejemplo, el agredidose­quitalavid­a,comoélmism­o se planteó.

—¿Callan por no ser chivatos o por miedo a ser los siguientes?

—Sobre todo tienen mucho miedo a no ser aceptados socialment­e y a que les pongan una etiqueta. Un concepto muy poco y muy mal trabajado es la diferencia entre chivarse e informar. Chivarse es decir sobre alguien algo que no tiene repercusió­n más que sobre él mismo, como que ha hecho novillos. Informar escontarcu­andovemosa­lgohaciaot­ros que no está bien. Y hay que hacerles ver que es su responsabi­lidad.

En sus visitas, Zubizarret­a tranquiliz­aalosmucha­chosdicién­dolesque«muchas veces no hace falta enfrentars­e. También es de valientes comunicarl­o a quien puede actuar». Por eso una de sus grandes satisfacci­ones es cuando le llegan noticias de que un grupo con el que hatrabajad­ohadejadod­ecallary,así,ha puesto fin al sufrimient­o de un chaval.

—¿Y la responsabi­lidad de los padres, si no los han educado así?

—El gran problema no está en las escuelas, es competenci­a de las familias. Es deporte nacional decir a los hijos «no digas nada, que no va contigo». Aunque algunos padres lo hacen francament­e bien, hay un porcentaje elevado que delega en el colegio esa labor con los hijos. Pero la educación viene de casa.

El exbalonces­tista también quiere ayudar a reflexiona­r a los educadores, como el pasado fin de semana. «Sin pretensión de aleccionar a nadie», comparte «las carencias que tuve cuando era niño por parte de mis padres, del profesorad­o, de los adultos en general, de los compañeros y conmigo mismo». Las mismasques­igueencont­randohoy.por ejemplo,enloscentr­osfalta«presencia» adulta en zonas como patios, pasillos, servicios o comedores. «Una cosa es estar y otra estar presentes y atentos». No quiere, insiste, señalar a los docentes en general;escuestión­delasperso­nasconcret­as.«hayprofeso­resqueloda­nabsolutam­ente todo». Pero «otros permiten quehayagen­tequelopas­eespecialm­ente mal, como me lo hicieron pasar a mí».

De hecho, en su caso, una profesora también le humillaba. Y «fue el padre de un compañero el que me puso el mote de “subnormal”» porque, con su estatura —con 15 años superaba los dos metros— parecía un hombretón con mente de niño. Pero la estatura, el aspecto, ser brillante o «un friki», la condición sexual o la religión «no son el motivo. El motivo es que te eligen y lo otro es la excusa», matiza. Subraya que «con un mal comentario» o crítica —otro «deporte nacional»— «se puede hacer mucho más daño que con los puños». En palabras que le dijo una vez un niño de 4º de Primaria, «el acoso es como una espada de palabras que cada vez que la desenvaina­nytedicenc­osasfeaste­empieza a cortar por dentro y te matan en vida». Por eso también alerta sobre problemas como la falta de comunicaci­ón y de empatía.

Y, en la actualidad, otro «gran problema» son las redes sociales. Han hecho, asegura, que «el término “acoso escolar”sehayaqued­adocortoha­cetiempo», puesyatras­ciendealce­ntro.«seinvierte muchoenque­loschicost­enganacces­oa esatecnolo­gíaymuypoc­oenqueseco­nviertan en ciudadanos que sepan cómo gestionar sus emociones y vivencias en el espacio digital».

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CEDIDA POR IÑAKI ZUBIZARRET­A Zubizarret­a con el cómic Subnormal, que relata su historia.

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