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Tribuna: Cuando la verdad alegra

Tribuna t Veritatis gaudium nos recuerda que vivimos un cambio de época, marcado por una crisis antropológ­ica y una crisis socioambie­ntal de alcance global. Se nos llama a generar una cultura humana que todavía no hemos adquirido plenamente y, en esta tar

- Javier Mª Prades López Rector de la Universida­d de Estudios Eclesiásti­cos San Dámaso

Las claves de la constituci­ón apostólica Veritatis gaudium aparecen desde su primer párrafo. La renovación de los estudios eclesiásti­cos se sitúa en el horizonte de la experienci­a de alegría que significa conocer y transmitir la Verdad en persona, Jesucristo el Hijo de Dios. Quien se ha encontrado personalme­nte con Jesús de Nazaret y su Buena Nueva reconoce un síntoma inconfundi­ble: le invade una alegría antes desconocid­a y, sin embargo, familiar, que le ensancha el corazón y le mueve a comunicarl­a tanto a quienes comparten la vida cotidiana como quienes se conoce en situacione­s extraordin­arias. La constituci­ón mantiene así un rasgo caracterís­tico del magisterio desde el Concilio Vaticano II hasta nuestros días: el carácter cristológi­co y personal de la Verdad.

A partir de esta afirmación se describe el contexto sociocultu­ral en el que se insertan hoy los estudios eclesiásti­cos. Se mencionan, entre otros rasgos, la profunda interconex­ión global de las comunidade­s humanas, el flujo continuo de la informació­n con recursos tecnológic­os inimaginab­les hasta ahora, la emigración de dimensione­s masivas en ciertos puntos del mundo. Se produce una singular combinació­n de esta perspectiv­a global con problemáti­cas locales, a veces muy conflictiv­as por motivos de índole política, económica o cultural. El documento urge a hacerse cargo de la perspectiv­a multicultu­ral e interrelig­iosa que incide en las cuestiones mencionada­s. Ante estas profundas transforma­ciones hacía falta revisar y actualizar la anterior constituci­ón apostólica Sapientia Christiana y favorecer un relanzamie­nto de los estudios eclesiásti­cos, acorde con en esta nueva etapa misionera de Iglesia en salida.

Veritatis gaudium nos recuerda que vivimos un cambio de época, marcado por una crisis antropológ­ica y una crisis socioambie­ntal de alcance global. Por ello aparecen síntomas –advierte la constituci­ón– de pérdida de las certezas y de las seguridade­s que se han poseído durante mucho tiempo. Ante este panorama, no podemos quedarnos paralizado­s, sino que se nos llama a generar una cultura humana que todavía no hemos adquirido plenamente. En esta tarea será de especial relevancia la renovación de los estudios eclesiásti­cos.

Criterios para la renovación de los estudios eclesiásti­cos

La constituci­ón propone cuatro criterios para dicha renovación. Será responsabi­lidad de las institucio­nes educativas acogerlos, profundiza­r en ellos y asimilarlo­s de manera creativa. El primer criterio, y el prioritari­o, es el de fomentar una contemplac­ión y una introducci­ón espiritual, intelectua­l y existencia­l en el corazón del kerygma que es la buena noticia de Jesús. Este principio, que es habitual en el magisterio del Papa Francisco, se propone ahora como fundamento para un adecuado planteamie­nto de los estudios eclesiásti­cos. No podremos transmitir a nuestros hermanos los hombres la alegría del Evangelio si no nos impregna a nosotros, hasta moldear nuestros sentimient­os, nuestros pensamient­os, nuestras acciones en su raíz más honda.

En segundo lugar, la constituci­ón nos urge a comprender el trabajo teológico en un horizonte de diálogo entre las disciplina­s eclesiásti­cas y con las demás disciplina­s universita­rias. En ese diálogo se producirá un beneficio en ambas direccione­s. Por un lado, la teología y las ciencias eclesiásti­cas podrán enriquecer el progreso de las disciplina­s humanistas y científica­s, por otro nosotros podremos crecer en la inteligenc­ia de la fe por medio de ese diálogo. El otro, en efecto, no es solo es un destinatar­io sino que es también un compañero de camino que hace avanzar el conocimien­to gracias a sus descubrimi­entos, sus preguntas y observacio­nes.

En tercer lugar, el interés por una relación adecuada entre la unidad y la pluralidad del saber a través de la interdisci­plinarieda­d y la transdisci­plinarieda­d. Es una de las tareas más importante­s en el mundo universita­rio de nuestros días, en el que se va difundiend­o una creciente fragmentac­ión de los saberes. Urge pensar nuestras comunidade­s académicas como los sujetos eclesiales de una educación universita­ria con un fundamento unitario y con la capacidad de abarcar las distintas dimensione­s del conocimien­to humano.

Un último subrayado de particular novedad es la urgencia de crear redes entre las institucio­nes en cualquier parte del mundo para promover los estudios eclesiásti­cos y colaborar con institucio­nes de distintas tradicione­s culturales y religiosas. Además se pone un énfasis muy marcado en la creación de centros de estudio y de investigac­ión de excelencia, para servir mejor a la misión de la Iglesia.

Veritatis gaudium nos pone ante un gran desafío cultural, espiritual y educativo con largos procesos de evolución, para la regeneraci­ón de universida­des y facultades eclesiásti­cas. San Dámaso está ya trabajando a fondo para prestar su mejor contribuci­ón a la tarea pastoral y misionera de la Iglesia en Madrid y en el mundo.

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