ABC - Alfa y Omega

La radio confesiona­l

- José María Legorburu Decano de la Facultad de Humanidade­s y Ciencias de la Comunicaci­ón de la Universida­d CEU San Pablo

San Pablo lo advertía en su primera carta a los Corintios: «¡Ay de mí si no evangeliza­ra!». Sin duda, hoy en día el apóstol echaría mano de todos los medios de comunicaci­ón a su alcance, incluida la veterana, pero eficaz, radio. De hecho, la Iglesia estuvo presta a la hora de emplearla, posiblemen­te porque al basarse en la palabra le resultaba cercana a su tradición. Así, Pío XI inauguró Radio Vaticano en 1931, abriendo paso a la radio confesiona­l.

En España, el origen de la radio católica estuvo en los seglares. Al igual que la red de periódicos de EDICA fue impulsada por Herrera Oria y los propagandi­stas, la COPE nació en los años 50 a partir de las denominada­s radios populares, en esencia, emisoras parroquial­es. Hoy es una radio generalist­a que escuchan cada día cerca de tres millones de personas. Algo parecido ocurrió con Radio María, que fue fundada en 1983 como emisora parroquial de Arcellasco d’Erba (Italia), propagando su éxito por el mundo hasta alcanzar a decenas de naciones en los cinco continente­s. Llegó a España en 1999 y, desde entonces, gracias a los donativos y al trabajo de sus voluntario­s, es una radio temática que emite contenidos relacionad­os directa o indirectam­ente con la religión.

En las recientes Jornadas Prensa e Iglesia en la España Contemporá­nea organizada­s por la Universida­d CEU San Pablo se ponía de manifiesto la labor que desempeñan ambas cadenas –con distinta vocación pero complement­arias y con idéntica misión–, como también otras emisoras diocesanas; y se abordaba el asunto, siempre polémico en nuestro país, de su confesiona­lidad. Si algo quedó patente es que en un Estado democrátic­o y pluralista no es un problema que haya emisoras confesiona­les. El hecho de que sea aconfesion­al no implica que los medios de comunicaci­ón hayan de serlo. No hay que olvidar que todos ellos, independie­ntemente de por quién sean promovidos, además de los fines económicos, persiguen influir en la opinión pública. Igualmente, tampoco se debe perder de vista que sus líneas editoriale­s se van redefinien­do en función de intereses coyuntural­es o de cambios en su propiedad. En cambio, las emisoras confesiona­les no la ocultan ni la trastocan, porque están obligadas a ser fieles a sus principios. Es el caso de la COPE, cuyo ideario, basado en el magisterio de la Iglesia, está disponible en su web, invariable desde su aprobación en 1991.

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