San José, esposo y padre
La hechura de san José / no era de hombre acabado / sino de joven robusto, / esbelto, grácil y sano / que no puede ser acorde / a los lienzos dibujados / donde su augusta figura / muestra perfiles de anciano. / Su corazón de doncel, / hondamente traspasado, / no podía comprender / de María el embarazo / hasta que se le hizo ver / los planes para él trazados / de esposo más bueno y fiel, / padre del Hijo encarnado. Con sus pies recorrería, / de ida y
venida los pasos, / a cada lugar que fuesen/ necesarios los trabajos, / ya de encargos ya de arreglos, / manipulando herramientas / rudimentarias de entonces, / hasta agotarle el cansancio. / Cuando este padre bendito / cumplió en la vida los años, / santa María y Jesús / supieron hacer muy suyo / el oro de su legado / y tomó Jesús las riendas, / como Hombre perfecto que es, / de cuanto quedó a su cargo. / Entregó el alma feliz / porque era justo y santo / y como María y Jesús, / en el último suspiro / lo arroparon en sus brazos, / siendo Ellos lo más excelso, / patrón de la buena muerte / para siempre fue invocado.
José María López Ferrera Madrid